domingo, 27 de noviembre de 2011

Días de vino y quesos

Para embarcarse en un viaje rumbo a lo desconocido es condición sine qua non despojarse parcialmente de la cordura (y otras ataduras mentales) al tiempo que se hace acopio de valor y sed de aventura. Prepararse para observar atentamente, descubrir, curiosear, indagar y sobre todo paladear cada instante, cada nuevo sabor, cada color, cada matiz ...

Son las diez y pico de la mañana y me encuentro en la plaza principal de un pequeño gran pueblo del sur de Córdoba charlando con un empresario jubilado sobre socialismo, crisis y alquiler de locales comerciales. ¿Qué hago yo aquí? Un día de estos debería aprender a decir que no, incluso aunque "no se acepte un no por respuesta". Pero bueno, llegados a este punto ya no hay vuelta atrás. Capeo el temporal como buenamente puedo y acepto de buen grado el último consejo: "si a alguno se os va un poco la cabeza os podéis arrojar por aquellos tajos ...", esto pinta cada vez mejor ...

Iniciamos una ruta de poco más de hora y media que habrá de llevarnos a tierras nazarís, concretamente a Alhama de Granada. De Alhama conozco poco más que los famosos tajos, el balneario de aguas termales y un par de personas con las que he tenido la suerte de compartir algunos de los momentos más emocionantes (tanto alegres como dolorosos) de mi vida. Personas que importan, quizá sea esa la clave para que todo este viaje empiece a adquirir algo de sentido ...

Me toca ser co-piloto y hasta el momento las estadísticas me favorecen en una hipotética comparación con mi admirado Luis Moya, aunque reconozco que de vez en cuando me da algo de pánico comprobar que en la animada charla que mantengo con el conductor, este último me presta más atención a mí que a la carretera. ¿Llegaremos sanos y salvos? I hope so.

En menos de dos horas da tiempo a analizar la crisis, la sequía cíclica, el paisaje kárstico, el funcionamiento de los cuerpos y fuerzas de seguridad a nivel estatal/autonómico/local, la red europea de geoparques, las aguas del Mar de Tethys, la globalización, las redes sociales, la dependencia tecnológica o tecnoadicción, el voluntariado en Medicus Mundi, las políticas de outsourcing en pequeñas y grandes empresas, la situación del sector del transporte y la mensajería, la dicotomía Barreiros-Pegaso y los prototipos de deportivos realizados por la firma comercial de ENASA durante los años 50-60, y más y más y más temas, que casi necesitarían otro par de horas para poder ponerlos por escrito.

Llegamos a El Salar: ¡¡Salar no es de Loja!! Y antes de darnos cuenta ya no estamos en Salar. Seguimos en una sucesión de curvas mientras el termómetro exterior baja a ritmo constante de 0.5 ºC/curva. El paisaje que nos rodea merece ser contemplado (y comentado), por primera vez tengo la sensación de estar como en casa. Me gustan las calizas, el agua, los olivos, los vestigios de canteras, ... y me gusta estar cada vez a más altura sobre el nivel del mar ... ¡¡y que haga frío!! (a 6-7ºC se está estupendamente).

Poco a poco nos vamos acercando al punto de destino. Lo primero que me llama la atención de Alhama es la paz, el sosiego y la tranquilidad que destila. Aunque únicamente tenga unos cinco o seis mil habitantes no se trata de un pequeño pueblecito anclado en el pasado. Ya desde la entrada se observan construcciones recientes, comercios con grandes cristaleras y una estética bastante cuidada, oficinas bancarias, supermercados, etc. Pero la gente va y viene tranquilamente a pie, en coche, en 4x4, en furgoneta y pocos o muy pocos van en moto (salvo cuando te encuentras una concentración de quads). Esta gente sabe "de qué va el rollo": las prisas además de malas consejeras no ayudan a llegar antes a ningún lugar sino justo al contrario, hacen que todo se retrase.

En Alhama, amen de otras muchas cosas (y cuando digo muchas creedme son muchas), hay principalmente dos: cuestas y gatos, y aunque hay mayor abundancia de las primeras no deja de ser significativo el número de los segundos. Los gatos viven a su aire, contemplando indiferentes la llegada de nuevos visitantes. Da la sensación de que ellos ya lo han visto todo, desde los romanos a los árabes y después los cristianos, conocen a la perfección nuestras miserias y lo poco que de grandeza podamos tener. Sestean y no se inmutan un ápice a menos que alguien venga a perturbar su tranquila existencia. No es que me gusten, pero cada vez admiro más a estos inteligentísimos animales.

La primera parada en Alhama me lleva a empezar a conocer a una familia integrada por personas realmente excepcionales, de una calidad humana fuera de lo común, de ese tipo de gente noble, desprendida, generosa y agradecida hasta el extremo, de esas personas que por desgracia abundan tan poco y que siempre dan el ciento por uno (incluso cuando ni tan siquiera llegan a recibir ese uno).

Llegados a este punto me encuentro recorriendo las dependencias de una casa enorme, decorada con buen gusto (y muebles de Lucena), muy funcional, para nada ostentosa y que -como los buenos- apenas deja entrever desde fuera las maravillas que contiene en su interior. Las vistas desde allí son realmente indescriptibles (no hace falta ir a Cuenca para disfrutar el espectáculo de las Casas Colgantes) pero por buenas que sean las vistas lo mejor está todavía por venir. Y es que en esta casa tenemos una pequeña bodega, pero una bodega de verdad ¡eh!, en la que -además de una notable representación de los mejores destilados del mercado- encontramos tanto vino de la tierra en fermentación (que previamente había sido pisado y prensado en la propia casa) como otros vinos embotellados -de elaboración propia o bien elaborados por las bodegas Aranzada-. Todo esto, dicho sea de paso, enmarcado por carteles taurinos de grandes corridas que el dueño de la bodega (y de la vivienda) había tenido ocasión de presenciar en su día.

Hablemos de vinos

Aranzada es la marca comercial de la cooperativa vinícola alhameña desde el año 2004. La bodega cuenta con unas 40 hectáreas cultivadas por sus socios. En sus viñedos -que se sitúan a una altitud de entre 900 y 1.100 metros- podemos encontrar las variedades Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Garnacha, Syrah, Rome, Palomino Fino, Pedro Ximénez, ... Variedades con las que se elaboran (bajo la supervisión del enólogo Antonio López de la Casa) blancos y tintos de gran calidad. De ambos pudimos dar buena cuenta y seguramente os contaré algo más sobre ellos en algún post específico dedicado a los vinos de Alhama de Granada, aunque valga como adelanto que son vinos que se dejan beber con gran facilidad quedando un regusto tan agradable que apetece repetir.

Lo bueno de los vinos es que si les sumas una copita de champán y un generoso mojito se le queda a uno el cuerpo en disposición óptima para decidir entre una visita guiada a Zafarraya u otra (un tanto surrealista, todo hay que decirlo) a un Cortijo de la zona, pero no a uno de esos cortijos reconvertidos en museo etnológico, hacienda rural o espacio para celebración de reuniones y eventos de cualquier índole, sino a una auténtica explotación agroganadera en la que -con algunas pequeñas adaptaciones a los tiempos actuales- se conserva casi intacto el modus vivendi del campo andaluz en un pasado tan relativamente cercano como aparentemente lejano en el tiempo.

Sentados a la lumbre, tras subir unas inverosímiles escaleras, me encuentro charlando con los propietarios del cortijo sobre la condición humana y las necesidades de ajuste que tiene nuestra sociedad actual, una sociedad que en muchos aspectos ha perdido el norte, el rumbo, el ritmo, la esencia, lo verdaderamente importante y al mismo tiempo se ha entegado sin oponer resistencia alguna a una extraña sensación de felicidad artificial conseguida a través de bienes materiales tan vacíos como "aparentes". Si los contemplativos gatos jameños pudieran (y quisieran) hablar desde sus privilegiadas atalayas seguramente vendrían a decirnos algo más o menos similar a las ideas que pone sobre la mesa esta familia de gente que tiene los pies en el suelo, como siempre los ha tenido con independencia de lo que sucediera en el resto del Mundo.

Son las ocho de la tarde (aproximadamente, pues lo cierto es que a estas alturas de la película ya no tengo una noción clara del paso del tiempo) y en un primer balance sobre este viaje me voy quedando ya con tres ideas principales: me gusta la gente de Alhama (a quienes conocía de antemano y a quienes voy conociendo), me gustan sus vinos (y las "pinceladas" gastronómicas que he podido disfrutar) y desde luego no me desagradan los sutiles tintes surrealistas que de vez en cuando van salpicando esta breve escapada.

Echo en falta ahora mismo una buena banda sonora acorde a esta "road movie" ... ¿Qué podemos poner en la gramola?

El pub de cuyo nombre no logro acordarme

De Granada hay cosas que me gustan y cosas con las que realmente no puedo. Me gustan por ejemplo las tapas -el tapeo granaíno se eleva a la categoría de arte- pero la cerveza Alhambra ... Bueno es cuestión de hacer "de tripas corazón". Acabamos de entrar a un pub (no sé si calificarlo como pub, cervecería, o qué nombre ponerle) que tiene buena pinta. Es uno de esos sitios con sabor auténtico (eso que tanto se intenta imitar ahora, en muchos casos con escaso o nulo éxito). Valga como muestra que las mesas de este curioso sitio vienen provistas con un buen brasero al que con cierta frecuencia se "arriman ascuas" consiguiendo un ambiente cálido y agradable. Realmente dan ganas de pedir un café o un chocolate calentito, pero más bien es hora de tomarse una cervecita acompañada por su correspondiente tapita. Señoras y señores ¡¡oh sorpresa!!: en Granada (en Alhama al menos) también existe la cerveza Cruzcampo. Nuestro particular piloto lleva ya horas alabando a la ciudad que tan gratamente nos ha acogido y para mí este detalle de la Cruzcampo puede empezar a ser definitivo para darle totalmente la razón. Pero falta algo ... de repente empiezo a reconocer la música de ambiente que nos acompaña desde que entramos al pub: suena El Puchero del Hortelano (varios temas consecutivos), después Lori Meyers (idem) y seguimos con Los Planetas. Si en la pantalla de televisión en lugar del partido de fútbol que enfrenta al Levante y al Valencia estuviese el partido de la jornada del Club Baloncesto Granada ya tendría en un mismo lugar y en un mismo momento todas las cosas que más me gustan de Granada. Y la Acera del Darro (y sus interminables peligros) a un buen número de kilómetros de distancia ...

La noche es corta. Llevamos ya unas cuantas horas en Alhama y todavía no hemos realizado la visita turística que nos lleve por los distintos rincones históricos de la ciudad. Dicha visita comenzará al día siguiente a primera hora, así que es buena idea retirarse relativamente pronto para descansar en una pensión a la que no hace justicia tal denominación pues por equipamiento y calidades más bien debería llamarse hotel.

Claro que una cosa son los planes coherentes, bien razonados y propios de gente adulta y madura, y otra cosa es lo que finalmente se acaba haciendo. Si algún día tengo nietos ya podré contarles la batallita del día que improvisamos un botellón en una pensión de Alhama de Granada gracias al "kit de supervivencia" del Rafa Pub, el famoso fondo de rescate que saca dinero de donde no lo hay y unas deliciosas pastas artesanales elaboradas con almendras de la zona que -según parece- acompañan de maravilla a los cubatas de Whisky o al menos eso dice un tipo que no hizo la mili con "El Jarote", ni vendió a sus superiores agua envasada en botellas de tequila, ni atentó contra la salud pública sirviendo un chorizo ¿pasado por agua?.

El surrealismo bien entendido también tiene su punto ...

De ruta turística

Amanece un nuevo día y ya sí toca la parte seria. Alhama es una de esas ciudades que ha conseguido conservar a lo largo de los siglos buena parte de su patrimonio. Tiene restos de época romana, visigoda, musulmana (con algún detalle judío), y al ser la primera ciudad del Reino de Granada reconquistada por los cristianos conserva especialmente algunos elementos importantes de tan crucial periodo. Todo ello junto a un entorno natural privilegiado en el que el agua juega un papel fundamental: aguas termales que dan origen al actual balneario (en el que se observan reminiscencias romanas y posteriormente árabes) o a los baños, aguas en forma de pantano y aguas en forma de río que moldea (junto a los desplazamientos provocados por los terremotos de Alhama y Lisboa) los tajos que custodian y enmarcan la ciudad.

De la importancia de Alhama en la Reconquista quedan buenas muestras en el primer Hospital de Sangre de Granada, los escudos de Isabel (flechas) y Fernando (yugo) labrados en piedra en el caño Wamba, los restos de la que debió ser primera Iglesia granadina edificada bajo los auspicios de los Reyes Católicos, o la casulla bordada por Isabel la Católica como acción de gracias por la consecución de esta plaza capital para la caída definitiva del Reino Nazarí.

Y si a media mañana os da gana de tomar un plátano (el aporte de potasio es fundamental para recuperar energías rápidamente) no hay mejor sitio para hacerlo que la Plaza de los Presos, en pleno centro histórico, junto a la Iglesia de Santa María de la Encarnación (antigua mezquita), la antigua cárcel, la sinagoga/el pósito, ... En esta plaza, en sus piedras, tuve la sensación de que la Historia nos contempla por igual a quienes nunca hemos hecho nada realmente relevante, a quienes ya lo hicieron, a quienes nunca lo harán y a quienes están llamados a hacerlo algún día. Aquí estuvo un preso cristiano, un preso musulmán, un comerciante mozárabe, un prestamista judío, Isabel I, un viticultor, la madre de una abogada, un sacerdote, un inquisidor y hoy estoy yo aquí, con una chaqueta de cuero pero sin una Harley-Davidson ... Todos pasamos (hasta los gatos pasan) y las piedras siguen inmutables (o casi).

La Iglesia de la Encarnación sólo podría definirla con una palabra: sobrecogedora. Por un momento noté que me temblaban las piernas mientras la vista se perdía en sus interminables alturas, su sobrias lámparas, lo ténebre de sus pinturas, su coro, ... Y nuevamente el peso de la historia en el Museo Parroquial que probablemente custodia piezas de valor incalculable (tanto desde el punto de vista artístico como, sobre todo, desde el punto de vista puramente histórico).

Cambiamos de tercio. Tiempo ahora para el espectáculo de la naturaleza: el rumor del agua, los enormes álamos, las ardillas, ... Alhama es tierra de vinos, de aceite, de almendras, pero sobre todo es tierra de agua (como ya hemos dicho varias veces anteriormente). De hecho el nombre de la ciudad se debe a las aguas termales y la propia ciudad es sede de la Asociación Termalismo de Andalucía y del Observatorio Nacional del Termalismo y Desarrollo Rural.

El balneario de Alhama es también un claro testigo de la historia que permite reconocer claramente la presencia romana y musulmana -en tiempos pretéritos- e incluso remontándonos un poco menos en el tiempo las influencias modernistas y los gustos en distintas épocas más o menos recientes.

Si el turismo está aguantando más o menos bien el impacto de la crisis, el turismo de balnearios parece ser especialmente insensible a la misma y, la verdad, me agrada escuchar palabras positivas y algo de optimismo en unos momentos tan oscuros. Todos necesitamos sentirnos bien y buscamos continuamente alivio a nuestras dolencias (sean físicas o sean del tipo que sean) especialmente cuando se llega a una edad en la que el mañana poco importa pues de los dos días y medio que dura esta vida ya van quedando apenas horas o incluso minutos.

Y siendo consciente de que esto se acaba pronto, es hora de seguir disfrutando. Toca comer en una venta tradicional y aquí también todo, absolutamente todo, está bueno: migas, chorizo, morcilla, torreznos, "papas" a lo pobre, choto, vino del terreno, ... Pero lo que más me sorpende de "El Ventorro" (que así se llama la venta en cuestión) es la presentación de su carta: encuadernada con pasta dura, multilingüe, con un diseño y fotografías muy cuidadas, y unas últimas páginas dedicadas a promocionar el hostal y los baños. Los pequeños detalles marcan diferencias ...

Acaba la visita a Alhama y me quedo con la agradable sensación de que sigue habiendo en este infernal planeta personas que merecen la pena, maravillosos rincones por descubrir (y redescubrir) y agradables sensaciones aún por experimentar. Los compañeros de viaje difícilmente mejorables, la anfitriona (y su familia) insuperable, el lugar ... no sería lo mismo sin la gente que allí vive ...

De vuelta a casa con Manolo García de fondo (no sabría distinguir si suena su último disco o cualquiera de los anteriores). Bajamos un poco desde las alturas pero seguimos a cierta distancia sobre el nivel del mar. Aquí también hace frío y tenemos cerveza Cruzcampo, aunque echaré de menos escuchar "Rumba En Atmósfera Cero" con un buen braserito a los pies ...


Vísperas de nada

Dice el saber popular que "días de mucho, vísperas de nada". Y me parece que no va muy descaminado porque cuando empiezan a pasar cosas (buenas o malas) "se dejan caer" unas cuantas seguidas.

A la escapada a Alahama de Granada le sucede una pequeña excursión (mucho más cortita en este caso) para conocer el restaurante "Los Balanchares", situado en Zuheros junto a la Quesería de la Sierra Subbética (que a su vez es la empresa propietaria del restaurante). Un sitio gratamente sorprendente. Por fuera se diría que es poco más que un anexo a la fábrica de quesos, por dentro podría parecer un restaurante tradicional un poco actualizado a los nuevos tiempos, pero la sorpresa llega con la carta y la presentación de los platos: aquí se come muy bien (con cierta contundencia) pero en equilibrio con los detalles que han hecho grande a la nueva cocina española. Destila este rincón buen gusto, tradición y modernidad, todo perfectamente armonizado, sin estridencias y sin prisa ... pero sin pausa.

Aunque aquí se puede comer un poco de todo, las especialidades de la casa están directamente relacionadas con el mundo del queso. Y yo en realidad no soy un gran aficionado a este manjar pero os confieso que sucumbí (y volvería a hacerlo) frente a la incomparable Tarta de Queso que, según mi humilde opinión, reina entre las maravillas que intengran la carta de postres de "Los Balanchares".

Merece la pena hacer una visita a esta familia alguna que otra vez, sobre todo antes y/o después de hacer un bolo en Carteya ... Pero eso es harina de otro costal ...
5 ostrillizos: Días de vino y quesos Para embarcarse en un viaje rumbo a lo desconocido es condición sine qua non despojarse parcialmente de la cordura (y otras ataduras mental...

1 comentario:

uno+ dijo...

mejor no se podía contar

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