Krisis

Parece menos desagradable escrita con "k" que con "c" pero a final de cuentas esta palabra maldita más o menos viene a representar una misma realidad -se escriba como se escriba-. Una crisis, a mi entender, es un cambio (abrupto o gradual), una transformación de la realidad que afecta a un individuo, a un conjunto de individuos, a una especie o a un sistema.

A lo largo de la vida todos experimentamos periodos de crisis. De hecho la etapa de crecimiento (desde que nacemos hasta que nuestro cuerpo adquiere su forma adulta) no es otra cosa que una crisis continua. De igual manera el proceso de "maduración intelectual" e incluso la "maduración afectiva" es una sucesión de cambios y transformaciones desencadenada por acontecimientos que en muchas ocasiones nos cogen de improviso y "a pie cambiado".

Probablemente a día de hoy la humanidad en su conjunto esté atravesando una de las crisis más complejas de toda su historia -o al menos de su historia reciente-. Tenemos que afrontar a un mismo tiempo un sinfin de errores pasados que en ningún momento fueron correctamente atajados (ni existió la voluntad necesaria para al menos intentar hacer algo) y de igual manera un número exponencialmente creciente de situaciones novedosas, nuevos escenarios para las que realmente no estamos preparados y que en definitiva nos están superando.

Sin pretender realizar un estudio exhaustivo de la cuestión ni tratar el tema con rigurosidad académica ni nada por el estilo, voy a tratar de analizar grosso modo qué es lo que está sucediendo actualmente en nuestro mundo y cuáles son las razones por las que no conseguimos terminar de resolver los grandes problemas que nos afectan.

En mi opinión el gran error que se está cometiendo es considerar que nos encontramos bajo los efectos de una crisis o de varias crisis unidimensionales que se han superpuesto en el tiempo. Yo creo que lo que tenemos delante es una crisis única pero eso sí se trata de una crisis multidimensional en la que al menos se distinguen tres dimensiones o capas.

Haciendo un símil con la estructura de la piel podríamos decir que tenemos una lesión grave que afecta a los niveles epidérmico, dérmico e hipodérmico. La simple inspección visual desvela los daños superficiales y cualquier experto podría realizar un buen diagnóstico, prescribir el tratamiento adecuado y corregir la situación en un tiempo razonablemente corto. Pero nunca sería suficiente ya que no estaríamos actuando sobre la auténtica raiz del problema.

Si profundizamos un poco más y tratamos ahora también los problemas en la dermis, necesitaremos un mayor esfuerzo, tendremos que concienciar al paciente, los plazos de recuperación se alargarán, ... y aún así seguiremos teniendo una capa inferior que ocasionará la reaparición de antiguas lesiones externas al tiempo que da origen a nuevas y desconocidas lesiones que convertirán la situación en algo cada vez más y más traumático.

Por tanto lo que debemos hacer en primer lugar es identificar absolutamente todos los estratos actualmente dañados, cuáles han sido las causas que provocaron los daños, qué podemos corregir, cómo podemos corregirlo, y qué no podemos modificar y cómo podemos adaptarnos a aquellas situaciones que sean realmente inamovibles.

Vayamos pues por partes y siguiendo el símil de la piel trataremos de establecer una correspondencia entre cada una de sus capas y cada una de las dimensiones de nuestra crisis.

Epidermis

En el nivel más externo yo situaría la "burbuja inmobiliaria", los "activos tóxicos", los "bonos basura", los Lehman Brothers y compañía. Es ésta una crisis superficial, similar a otras por las que ya hemos pasado anteriormente. Debida a la excesiva codicia humana (algo que parece estar codificado en el ADN de nuestra especie) y que únicamente puede combatirse con reglas más estrictas, órganos de control y supervisión más eficientes, la reestructuración del sistema financiero, etc., etc.

Se hace preciso en este nivel la delimitación de responsabilidades, la "personificación" de responsabilidades (poner nombre y apellidos a quienes han defraudado, a quienes han permitido el fraude y a quienes han alentado este tipo de prácticas) y la imposición de los castigos correspondientes que irían desde las penas de carcel o la inhabilitación para altos-medios cargos hasta la ruina de aquellos pequeños inversores que se dejaron embaucar. Todos los errores que uno comete en esta vida terminan pasando factura y si no fuera así difícilmente tomaríamos nota y trataríamos de corregirnos.

Esta crisis es resoluble pero nadie -de los que deberían haberlo hecho- ha tomado las decisiones realmente adecuadas. Se han hecho algunas cosas bien, muchas mal y la mayoría muy pero que muy mal.

Dermis

Si profundizamos un poco más nos econtramos con el gran problema de las superestructuras de gobierno o los estados supranacionales. Básicamente hablamos aquí de Estados Unidos y la Unión Europea. Los primeros cuentan con una dilatada trayectoria histórica común en la que mayoritariamente (durante un altísimo porcentaje de tiempo) han vivido ciclos económicos expansivos y cuando tales ciclos se han vuelto contractivos o incluso regresivos siempre ha habido una gran guerra a mano para poder dar término a los problemas. Los segundos (Europa) apenas llevamos una década de unión monetaria (que no fiscal) con cesión parcial (que no completa) de la soberanía nacional en materia económica. Durante los últimos años hemos sido un "club" en continua ampliación que ha diseñado sus "reglas de juego" pensando en escenarios muchísimo más benévolos que el actual (reglas que, por cierto, han sido incumplidas desde el primer momento por los propios socios fundadores).

Los órganos de gobierno en cuestión económica tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea se han visto desbordados (especialmente los más cercanos a nosotros) por una situación que queda fuera del alcance del modelo y que no era previsible cuando se sentaron las bases de uno y otro estado supranacional. Y esta situación extraordinaria exige medidas extraordinarias, no contempladas en el corpus normativo y que han de implementarse "on the fly". Pero la toma de este tipo de medidas exige amplios consensos y los amplios consensos únicamente se pueden conseguir cuando existe la adecuada predisposición social y se cuenta con personalidades excepcionales capaces de liderar semejantes procesos.

El liderazgo político y la voluntad de consenso están actualmente en entredicho (cuando menos) en casi todo el planeta. Así que las posibles soluciones a esta parte del problema a mí al menos se me antojan harto complicadas.

En Europa se adivinan dos únicos caminos para cambiar la situación: o "más Europa" o "menos Europa". Tras la elecciones generales en Grecia y Francia la sensación que flota ahora mismo en el ambiente es que Alemania se encuentra a un tris de decantarse por la segunda opción. En cualquier caso, sea cual sea el rumbo que se tome (el inmovilismo ya no es una opción), asistiremos a grandes transformaciones (mayor cesión de soberanía desde los cantones/regiones/autonomías hacia los gobiernos centrales y desde éstos hacia el estado supranacional, articulación de una verdadera unión monetaria, fiscal y de mercado, etc., etc., o bien el regreso a las antiguas monedas nacionales con el consiguiente proceso de readaptación y devaluación ...).

Esta crisis también tiene solución (aunque a la mayor parte de la sociedad no le agrade ni uno ni otro escenario) y estamos en vías de resolverla, eso sí con una lentitud realmente irritante.

Hipodermis

Y llegamos ya al meollo de la cuestión. Lo realmente importante y por donde todo el mundo pasa de puntillas (si es que pasa siquiera). La gran crisis es la que subyace bajo las capas más externas anteriormente comentadas y es a su vez una crisis con múltiples ramificaciones que tardaríamos horas y horas en poder exponer al menos de forma somera.

Desde mi punto de vista la crisis hipodérmica viene originada por tres grandes factores: globalización, "terciarización" y degradación social.

1.- Globalización

Las nuevas posibilidades de comunicación (infraestructuras de transporte, redes de telecomunicación, equipamiento informático, etc., etc.) han propiciado que en los últimos años asistamos a un proceso de GLOBALIZACIÓN. Las empresas operan en un mercado único a escala planetaria, se han deslocalizado los procesos productivos (hoy en día se puede hacer prácticamente cualquier cosa en prácticamente cualquier lugar del mundo) y en líneas generales nos encontramos inmersos en una transición desde "lo local" hacia "lo global".

Necesitamos por tanto adaptarnos a esta nueva realidad y, en muchos casos, repensar e incluso reinventar nuestros modelos económicos. Cada día se necesita menos mano de obra "poco cualificada" (sustituida por maquinaria) y cada día sobran más los intermediarios que apenas aportan valor a los productos y/o servicios.

Dentro de muy poco tiempo carecerá de cualquier sentido el comercio minorista tal y como hoy lo conocemos. Será realmente fácil comprar desde la comodidad de nuestro hogar, a cualquier hora del día, con la posibilidad de probar "virtualmente" el bien o servicio que vamos a adquirir (algo tan simple como una cámara web y un software adecuado nos pueden permitir elegir automáticamente el número de zapato que mejor se ajusta a la forma y tamaño de nuestro pie, o la talla más conveniente de pantalón, camisa, jersey, etc., y no hablemos ya de las impresoras 3D). Los consumidores básicamente confiaremos en marcas de prestigio (desde la alimentación a la moda pasando por el cuidado del hogar o el cuidado personal), en nuestra experiencia previa con tales marcas y en las recomendaciones que nos realicen expertos de confianza (¿bloggers especializados tal vez?). Así que los comerciantes, los detallistas, tendrán que reinventarse y convertirse en vendedores "virtuales" que trabajen recomendando productos bajo programas de afiliación con grandes / medianas / pequeñas marcas. Serían algo así como "prescriptores" profesionales (a comisión) de viajes, productos, servicios, ..., que tendrían como principal activo una amplia red de contactos sobre quienes ejercen influencia mediantes sus opiniones y recomendaciones. Junto a este tipo de nuevos profesionales del comercio minorista seguirán floreciendo empresas especializadas en el sector de la logística y la distribución aunque sólo se mantendrán aquellas que sean capaces de alcanzar un tamaño suficientemente grande como para garantizar su continuidad a medio plazo.

Quizás las actividades que sí mantendrán su configuración y estructura actual serán todas las relacionadas con los servicios personales, es decir, servicios de proximidad en el ámbito socio-sanitario, salud y belleza, ocio y tiempo libre, así como cualquier tipo de actividad orientada a la socialización-interactuación "real" de las personas en un mismo entorno físico. Y las vinculadas a la compra-venta de productos perecederos, especialmente las que trabajen con productos que tengan plazos de caducidad más reducidos.

El incremento de este tipo de negocios no compensará la disminución de las pequeñas tiendas y, por tanto, otra actividad que se ha de resentir (repensar y reinventar) es simplemente la de los "rentistas" que viven de alquilar locales comerciales (y/o viviendas). La demana de locales bajará considerablemente (y por tanto su precio) ya que la mayoría de los negocios tradicionales econtrarán más público y menores costes operando en la red (el ancho de banda y el espacio en disco necesario para un "negocio virtual" tiene un coste ínfimo comparado con los costes de un emplazamiento físico).

En cualquier caso y a pesar de que se haga necesaria esa adaptación a la realidad actual que anteriormente comentábamos, también es cierto que deberíamos tener en cuenta un detalle particularmente importante: cualquier inversor necesita unas garantías mínimas de estabilidad durante un intervalo de tiempo suficiente como para que se pueda producir el retorno de su inversión, y en el presente todo el entorno (marcos normativos y regulatorios, innovaciones tecnológicas, procesos productivos, competidores, etc.) evoluciona a una velocidad tan vertiginosa que apenas nadie encuentra en ningún lugar la sensación de seguridad imprescindible para poder acometer una nueva inversión, para arriesgarse y emprender. Probablemente deberíamos frenar un poco el ritmo vertiginoso que imponen los tiempos y apostar por lo "slow" ... Pero si el mundo gira cada vez a más velocidad todos tendremos que caminar cada vez más rápido, no va a quedar otra alternativa.

Por otro lado y siguiendo con la globalización, ésta tiene un beneficioso efecto que yo denominaría "de vasos comunicantes". Y es que al igual que se han globalizado los mercados, los procesos, los medios, las ideas, ... también habrán de globalizarse los derechos y deberes de los ciudadanos. Y esto será así por una simple cuestión de competitividad: en los países "ricos" los ciudadanos estamos sobreprotegidos y a cambio no se nos exigen apenas deberes, mientras que en los países "pobres" los ciudadanos no gozan apenas de casi ningún derecho y sin embargo han de sacrificarse hasta extremos inimaginables. Esta situación provoca que actualmente la mano de obra se sitúe en las economía emergentes (países que anteriormente eran "pobres") y que no se necesite para nada a la mano de obra de los países ricos, y no hablamos únicamente de profesionales sin cualificación o con baja cualificación sino que hablamos también por poner un ejemplo de los fantásticos ingenieros de la India o los diseñadores gráficos argentinos sin ir más lejos.

Dado que vivimos en un planeta de riqueza finita, a medida que los "pobres" dejen de ser tan pobres como eran habrán de ganar en derechos y privilegios, y de forma simultánea los que éramos "ricos" tendremos que renunciar a algunos (o muchos) de los beneficios de los que actualmente gozamos. Llámesele justicia social si se quiere, llámesele de otra forma, lo cierto es que las consecuencias de este trasvase de riquezas deberían ser positivas para todos: a unos nos bajarían los "humos" y a los otros les permitirían tener una existencia mucho más llevadera.

En el "primer mundo" únicamente volveremos a ser competitivos cuando nuestra estructura de costes converja con la que tengan en ese momento el resto de economías a nivel mundial (países emergentes, países empobrecidos, etc.). Así que debemos caminar hacia ese punto de equilibrio sí o sí.

2.- "Terciarización"

Hablando de la riqueza del planeta cabría preguntarse por su origen que a su vez es el propio origen de la economía. ¿Y dónde está la riqueza? Pues básicamente en la naturaleza. No deberíamos haber perdido nunca de vista que las necesidades básicas que tenemos los seres humanos son muy, muy poquitas y casi se pueden contar con los dedos de una mano. Todo lo demás es accesorio, superfluo, y llegado el caso podríamos prescindir de ello sin grandes dificultades.

Los humanos igual que el resto de animales necesitamos alimentarnos. Pero nuestras capacidades para obtener alimentos no son tan notables como las de otros miembros del reino animal. Eso sí nosotros somos capaces de producir y elaborar alimentos y ahí está el quid de la cuestion: no podemos abandonar tan a la ligera nuestra agricultura, nuestra pesca, nuestras actividades extractivas, nuestras industrias manufactureras, ..., pensando que podemos "vivir del aire" dedicándonos todos única y exclusivamente a actividades económicas del sector terciario. La excesiva "terciarización" actual de nuestras economías lejos de ser un fenómeno positivo es un error grave que ayuda al proceso de pérdida paulatina del contacto con la realidad que vivimos en nuestro mundo cada vez más virtual, más ciberespacial, más abstracto, mucho menos concreto, mucho menos "con los pies en la tierra".

Facebook, por ejemplo, es una empresa que vale mucho dinero (no tanto como creían algunos inversores, pero sí una cantidad respetable) y vale justamente tanto como el valor que tiene toda la información recopilada sobre sus usuarios a lo largo de los años que esta red social lleva operativa. Y esa información es valiosa porque los usuarios son consumidores y a través de Facebook dejan un rastro increíblemente nítido de cuáles son sus intereses, sus interacciones sociales, hábitos de consumo, cómo responden ante nuevos productos, cómo responden ante diferentes estímulos o acciones de comunicación, ... Y la información sobre los consumidores a su vez es valiosa precisamente porque los consumidores realizan la acción de consumir. Y aunque consumen algunos bienes y/o servicios intangibles, la mayoría de los productos que consumen son tangibles. La riqueza real siempre procede de algo tangible y no podemos quedarnos todos a vivir en un mundo de riquezas etéreas ... digo yo.

3.- Degradación social

Si todo lo que he comentado hasta ahora es bastante alarmante, para mí al menos el factor más peligroso y el que realmente hipoteca nuestro futuro es algo que me atrevo a calificar como la progresiva degeneración o degradación de nuestra sociedad o incluso si se quiere no ya de la sociedad sino de todos y cada uno de los individuos que la conformamos.

Sobre este proceso ya hemos tratado con anterioridad en diversas entradas del blog y poco más habría que añadir. Bien es cierto que se dan también contadas excepciones de algunas personas capaces de mantener algún tipo de valor medianamente digno de mención pero en líneas generales la humanidad camina por una senda muy peligrosa y yo diría que probablemente ya ha alcanzado un punto de no retorno.

Y aunque la prevalencia de este fenómeno todavía no sea homogénea en todos los rincones del planeta, el caracter altamente contagioso del mismo hace que se diluyan las escasas esperanzas que podamos depositar en el futuro. Y no voy a ahondar más en este particular ...


Por eso a mí realmente no me preocupa tanto la escalada de la prima de riesgo española o el rescate de Bankia o los eurobonos o el problema con Grecia o tantas y tantas cuestiones que hacen correr ríos de tinta. A todo esto hay que darle solución, evidentemente, pero incluso solucionando estas cuestiones el "mal de fondo" seguirá persistiendo y somos los propios ciudadanos quienes tenemos ya que ponernos las pilas. Ahora toca pensar, hablar (y/o escribir) muchísimo, replantearse todo aquello que dábamos por sentado, buscar soluciones individuales y colectivas, y sobre todo trabajar, trabajar y trabajar. Tenemos que ser conscientes de que necesitamos a los demás, que si a los demás no les van bien las cosas a nosotros tampoco, y no se trata de ser generosos o desprendidos sino que simplemente desde un criterio puramente egoísta ya encontramos razones más que sobradas para intentar ayudar a quien quiera dejarse ayudar.

Hay que reinventar el sistema pero no desde una persepectiva romántica, idealista o radical de ningún tipo, sino que tenemos que reinventarnos desde la óptica de la eficiencia. Necesitamos un sistema educativo que sirva para algo, necesitamos profesionales cualificados, necesitamos padres que formen personas en sus hogares, necesitamos gente capaz de producir cosas, necesitamos gente capaz de agregar valor a los productos y servicios, necesitamos que los servicios públicos sean prestados por quienes mejor lo sepan hacer (no obligatoriamente por el estado), ... Necesitamos honradez (a todos los niveles pero principalmente en aquellas personas que manejan nuestro dinero), una mínima escala de valores compartida por todos, necesitamos saber que si fastidiamos al vecino de enfrente al final nosotros también saldremos perjudicados, necesitamos tener claro que nadie "da duros a cuatro pesetas", ...

Aunque seguramente en realidad lo que necesitamos es un hijo futbolista, o que tenga un lío amoroso con la ex-mujer del tipo que se acostaba con la esposa de alguien que concursó durante diez días en la edición número ocho de Gran Hermano, o algo por el estilo ¿no? Esto se va al garete -como bien dicen en casa del vecino- y no es sólo por culpa de Zapatero, Rajoy, Merkel, Hollande, Sarkozy, MAFO, Obama o el Rey de los Elefantes ...

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