martes, 25 de enero de 2011

21 días (de enero)

Este año y sin que sirva de precedente ha coincidido el final de diciembre del anterior con el comienzo de enero del año nuevo. Me cuentan que éste sí que será bueno y yo, que he aprendido a ponerme de pie aferrándome a un pilar acolchado, ya sé cómo empieza y termina el segundo pumse.

Alguien que cada vez levanta más palmos del suelo me demuestra que hay que luchar casi desde el primer instante. ¡¡Chariot!!. Chunbiiiiiiiiiiiiiii. Toca defenderse a base de patadas y puñetazos, desarrollar un miedo cerval a los uniformes (especialmente a las batas blancas) y aprender los recorridos a evitar, aunque a veces sean inevitables.

Hay guerras que, por más que nos acompañe la gente que nos quiere, nos toca librar sólos. Y en la soledad a veces encontramos extraños compañeros de viaje, hermanos de armas luchando sus propias batallas, que tienen que soportar junto a nosotros las arengas de un líder que aprendió a contar de forma autodidacta y que, quizás por eso, siempre hacía que al 49 le sucediese el 36, a éste el 37, 38, 39, 43, 45, 41, 42, y así sucesivamente hasta volver a llegar al 49, 47, 48, 49 y por fin el 50.

Sebastián (a.k.a. Felipe) fue durante largo tiempo mi único compañero de fatigas. Con escasos 10 años podía yo presumir de tener un amigo que ya andaba por los 20 ¡y hasta tenía su propia moto!. Un tipo sonriente capaz de correr varios kilómetros diarios dando vueltas a un recinto de no más de cincuenta o sesenta metros de perímetro. Por momentos la vida se convierte en una contínua repetición de series de repeticiones que únicamente consiguen cansarnos cada vez más.

Frente a nosotros los espejos que delatan la tendencia natural del cuerpo humano hacia la ley del mínimo esfuerzo. Repetir, repetir, repetir.

Luchar y seguir firmes frente a los agentes patógenos, en todos los órdenes de la vida. Ser honestos en un mundo deshonesto. Utilizar nuestros propios termómetros porque dan medidas más fiables que los de los profesionales (bella enfermera dixit). Amar en tiempos revueltos y esperar, dentro de poco, las cartas que nos lleguen procedentes de compatriotas voluntariamente exiliados.

Cada vez tengo más seres queridos a más kilómetros de distancia. Cada vez tengo más seres poco recomendables a menos kilómetros de distancia. Pero, al menos, los cuatro gatos que quedamos peleando por estos lares sabemos algo de Taekwondo.

Ésope reste ici et se repose
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