
Madrugadas bajo cero, tardes con escasos grados positivos, mañanas frías y "noches para pedir asilo político en el brasero" -como diría el gran Paco Robles-. En esta tierra extraña las temperaturas oscilan en un margen de unos cincuenta o sesenta grados centígrados a lo largo del año, pudiendo perfectamente alcanzarse +45 en pleno verano y -5 (o incluso menos) en la antesala del invierno.
Si me dan a elegir prefiero el frío, más que nada porque es más fácil de combatir: todo es cuestión de abrigarse y buscar cobijo bajo las mantas y/o junto a una buena chimenea. El calor, la calor, los calores y las calores son mucho más duros, podemos "desabrigarnos" hasta un punto máximo (el decoro exige un mínimo de ropa que deberíamos llevar) pero incluso si transgredimos las normas establecidas y nos desvestimos por completo seguiremos teniendo calor.
Sea como fuere, los excesos nunca son buenos (no suelen serlo) y si se dan con cierta continuidad a lo largo del tiempo terminan afectando -entre otras- a la capacidad para discurrir con mediana claridad. Quizá por eso, por el exceso de frío continuado, por la falta de tiempo también y por alguna que otra preocupación que me tiene un poco desvelado, últimamente tengo desatendido este espacio para mi propio recreo y solaz. Y quizá por eso también, últimamente me siento menos libre.
Así que para retomar el contacto, si os parece bien, había pensado escribir sobre el porqué de los posts (o entradas) que no llegan a escribirse. Y es que suelen rondarme la cabeza veinte mil ideas pendientes de plasmar por escrito pero finalmente muchas de ellas terminan en el limbo tras haberlas comentado en alguna conversación personal con cualquiera de los asiduos a esta "santa casa". Otras ideas, sin embargo, no llegan a ver la luz simple y llanamente porque suponen ofrecer una visión tal vez excesivamente dura y negativa de la realidad. Por ejemplo, hace días que pensaba dedicar un pequeño espacio a Enrique Morente, pero escribir sobre Morente supone hablar sobre la gente que se marcha antes de tiempo y sobre la incalificable condición humana capaz de aprovechar unas circunstancias tan dolorosas como las acaecidas para perpetrar mientras tanto un robo en el domicilio familiar. Y hablar sobre la pérdida de seres queridos y la ruindad del ser humano me llevaría a exponer el proceso a través del cual he llegado a comprender por qué hay tanta gente a la que no le gusta la Navidad y, lo que es peor, no sólo entender esta postura sino compartirla cada vez más.
Nos quieren vender un bonito cuento que es mentira por nuestra propia culpa y puede que por esa misma sensación de culpabilidad decidamos que lo mejor es seguir la corriente y no dar la nota disonante. Mucha gente habla -sobre Morente, sobre la Navidad, sobre Jesús, sobre los ricos, sobre los pobres, sobre tantas y tantas cosas- y nadie tiene la más remota idea de lo que dice. Esperan confiados el futuro, benditos sean. Para mí el futuro cada vez más es una hoja en blanco en la que intuyo muchas de las frases que se escribirán sobre la misma, y, si os digo la verdad, "jode" acertar tantas cosas (casi nunca buenas) con tanta antelación.
Hace días me escuché a mí mismo decirle a alguien en un sueño algo así como que "la vida es una sucesión de muertes ajenas" y que "lo peor de los errores propios es el momento en que te das cuenta de que te estás equivocando y que, probablemente, llevas ya tiempo equivocado". Reflexionando un poco (sólo un poco porque la cabeza no da para más) sobre todas estas cuestiones termino encontrándome junto a Federico Mayol, inmersos en un raro viaje vertical, porque es necesario hundirse para poder emerger después.
Y ahora, tras terminar de soltar toda esta carga de optimismo¿, os confieso que tengo ya ganas de escribir un post tipo "tazón de chocolate caliente" que, para quien guste, supongo que debe ser algo más que apetecible en esta época. No obstante, como a mi yo optimista el chocolate le gusta tan poco como a mi yo pesimista, he pensado (ahora que me acuerdo) en escribir para quien quiero, para quien me gusta, para quien me soporta, para quien me espera, para quien viene, para quien va y para quien está (¿parezco un anuncio de Coca-Cola?) sobre ese maravilloso mundo de sabores que hay más allá del chocolate. Pero eso será más tarde. ¿Antes del jueves? Chi lo sa.
P.D.: mi cuerpo no tiene frío pero yo (mentalmente) estoy "arresío" así que no tengáis muy en cuenta nada o casi nada de lo que digo.
1 comentario:
Te mando un tizoncito ardiente de optimismo. En esta época convulsa, toca apretar los dientes y tirar "palante". Peor sería ser un pedazo de carne con ojos ¿no? Siempre es un placer leerte. Hoy tengo la última entrevista para entrar a trabajar como traductora de "franglish" en la Escuela de Cordon Bleu que se inaugura en una Universidad privada a principios de Enero. Cruza los dedos por mi, un sueño en puertas de hacerse realidad y de paso quizás aprenda a hacer un tazón de chocolate caliente que active de nuevo los canales de serotonina. Buena semana amigo!
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