Ácido ascórbico

El sábado noche se puebla de andantes ecuaciones lineales de primer grado con una única incógnita que apenas tardará unas horas en desvelarse a la escasa luz de un sonido atronador preñado de artificiales sustancias. Perdimos sin saberlo la guerra que nunca libramos y por el resto de nuestras vidas nos tocará pagar con intereses los errores de la cobardía que otros tuvieron. Mientras tanto la Luna, ajena, sigue brillando sin saber que su belleza se debe a la luz del Sol y a la relativa posición de planeta, satélite y astro. La mecánica de la razón escasa se impone con mayor autoridad cada día, no obstante sigue incapaz de contestar a una simple y quizás absurda pregunta: ¿en qué gris lugar quedó arrinconada por siempre la poesía?

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