domingo, 28 de octubre de 2012

Un post que empezó a escribirse en enero (y que con el paso de los días ha ido creciendo y cambiando cada vez un poco más)

Y es que los meses pasan sin apenas darte cuenta y cuando vuelves la vista atrás ... Cuando vuelves la vista atrás reparas en la evolución casi imperceptible de la vida, en los cambios sutiles que se suceden segundo tras segundo sin que aparentemente esté ocurriendo nada.

Tenía previsto comenzar el año (y ya estamos casi en septiembre*) escribiendo sobre libros, sobre literatura, sobre amistad, sobre amor, sobre privilegios, sobre regalos, sobre propósitos cumplidos y, especialmente, sobre la luna. Ya tenía decidido el título del primer post de 2012 -que nunca llegó a publicarse en la fecha prevista- y como me parece que a día de hoy sigue siendo un buen título pues continuaremos esta entrada rebautizándola tal que así:

Pendientes de la luna

La Navidad de 2011 (y el comienzo de 2012) tuvo un cierto carácter romántico pues pasamos varias semanas pendientes de la luna. Cada noche antes de acostarme dedicaba unos segundos a contemplar el cielo, comprobando tal vez la evolución del ciclo lunar ... o quizás buscando con la mirada alguna estrella hacia la que dirigir mis peticiones.

Tú (que todavía no sabes leer pero tal vez algún día leas estas palabras especialmente escritas para ti) llevabas ya casi nueve meses en camino y te encontrabas a escasas horas de distancia de poder ver por primera vez los rostros de todas esas personas que ya te queríamos antes de saber si serías niña o niño, rubia o morena, alta o bajita, de ojos azules, verdes, marrones, ... Porque para nosotros ya eras alguien muy especial desde el primer instante en que conocimos tu existencia y, bueno, para tus padres ya eras alguien muy especial desde bastante tiempo atrás, cuando únicamente te hacías presente en sus pensamientos y en sus sueños.

Llegarías al mundo a principios de enero, como el mejor regalo de Reyes. Pero antes de este inmenso regalo para todos, personalmente tuve la suerte de recibir algún otro presente también muy especial a su manera.

Aún no conocía al Equipo Umizoomi (únicamente había oído hablar de ellos) y seguramente no los recordaría de forma tan entrañable si no fuese por aquellas tardes que pasé viéndolos junto a Jose, sentados en el sofá uno al lado del otro, haciendo yo a veces de asiento sobre el que recostarse, recibiendo con frecuencia sus cariñosos abrazos y esas tiernas palabras que desarman al más pintado: "yo es que ... te había echado mucho de menos", ofú.

Algunos regalos vienen desprovistos de envoltorio y no por ello resulta menor su belleza, desde luego que no. Pero también hay obsequios que, aun envueltos en papel, se pueden adivinar fácilmente. Y aunque se elimine el factor sorpresa no dejan de ser tremendamente emocionantes por cuanto supone el detalle: hay alguien que sabe escucharte, conoce tus gustos, con cierta antelación busca para ti aquello que sabe que te va a hacer feliz, y lo guarda y custodia con mimo esperando la llegada de una fecha señalada en la que, mediante algo material, consigue recordarte lo que cada día te demuestra sin necesidad de que haya objetos tangibles de por medio ...

Desde hace algunos años, y casi siempre por casualidad, soy un asiduo seguidor de la Entrega del Premio Planeta. Por alguna extraña razón me encantan esos momentos previos en los que la comentarista de turno (o el comentarista también en alguna ocasión) desvela las últimas "quinielas" dejando apenas una terna de posibles candidatos de entre los que saldrá el futuro galardonado (o la futura galardonada). Pero este año llegué tarde y me encontré directamente con la entrevista al flamante ganador del premio, un tal Javier Moro cuyo rostro me resultaba desconocido pero su nombre me sonaba bastante y no conseguía recordar muy bien por qué (hice en primer lugar una asociación mental con Tomás Moro y me quede satisfecho con mi auto-explicación, aunque la verdad ... no me era extraña aquella combinación Javier + Moro).

Un par de días después, siendo ya lunes, las piezas del puzzle comenzaron a encajar una detrás de otra. Mi "bloguera de cabecera" felicitaba a su amigo Javier y automáticamente acudió como un flash a mi mente una imagen en la que podía leer bajo "La troupe del cretino" lo siguiente: "Javier Moro's official webpage". Privilegios ... para mi suerte tengo una maravillosa amiga en común con el actual Premio Planeta y mi nombre (más bien el título de este blog) comparte espacio en una misma lista con la página web oficial del señor Javier Moro.

Así que tocaba empezar a conocer mejor al autor y muy especialmente su obra. Y aunque no me gusta empezar por el final (hubiese preferido comenzar con sus primeros trabajos) pues lancé al aire un buen día la idea de que ... estaría muy bien que este año alguien me regalase el "Premio Planeta" ... ¿Os cuento que me trajeron los Reyes? Jejeje.

Pero no inicié sobre la marcha la lectura de "El Imperio Eres Tú" (la novela en cuestión) porque en aquellos días estaba intentando leer -por enésima vez- el "Anima Mundi" de Susanna Tamaro (y esta vez ¡¡POR FIN!! lo conseguí). Siguieron discurriendo los primeros días de enero y continuaron sucediéndose las visitas a Sevilla ... pendientes aún de la luna.

Y en las noches de espera, aquí un servidor devoraba ávidamente las páginas de una novela que años atrás seguramente no hubiese despertado en mí el más mínimo interés. Pero lo cierto es que consigue el autor meternos de lleno en una curiosa historia acontecida en aquellos inciertos finales del XVIII y comienzos del XIX, recordándonos con gran habilidad, a cada poco, todos los nombres y parentescos de las distintas familias reales europeas de la época (evidentemente con especial atención a la Casa de Braganza) lo que propicia que uno no termine totalmente perdido tras las primeras 50 páginas de la obra.

No os voy a recomendar su lectura (que requiere unas cuantas horas y bastante concentración si uno quiere disfrutarla como es debido, en toda su amplitud) pero sí que os diré que Javier Moro escribe como a mí me hubiese gustado escribir en caso de haber tenido ese especial don. A diferencia de Carlos Ruiz Zafón (otro autor contemporáneo al que no me hubiera importado parecerme), Javier Moro es siempre constante en la pulcritud de su estilo y no admite los breves "altibajos zafonianos" en la calidad de su prosa. Ruiz Zafón es un escritor excepcional durante el 90-95% del tiempo pero aleatoriamente aparecen en sus obras breves lapsos en los que el autor parece descuidarse o cede quizás su "máquina de escribir" a un becario ... Mientras que Javier Moro (al menos en "El Imperio Eres Tú" y supongo que también en su bibliografía previa) es minuciosamente cuidadoso con cada detalle no sólo de la historia que nos cuenta (es decir, del fondo) sino también, y muy especialmente, con cada detalle de la forma en que nos cuenta esa historia. Creo que podría perfectamente escribir un tratado sobre la fauna y flora de la Antártida (o sobre la nada) y seguiría siendo un placer leerle simple y llanamente por su capacidad para manejar el lenguaje ... Pero no os voy a recomendar la lectura de "El Imperio Eres Tú" ...

En compañía de Javier Moro llegamos al tercer domingo de enero. Y la luna estaba todavía por cambiar ... La espera se alargaba y tocaba volver a casa para vivir literalmente pegados al teléfono día y noche, a la espera de novedades. Y pasó la noche del domingo y amaneció el lunes 16 de enero con la noticia del fallecimiento de don Manuel Fraga Iribarne (una de esas pocas personas que consiguieron sobrevivir 6 ó 7 veces a su propia defunción).

El miércoles de esa misma semana habíamos concertado una cita con la inspección técnica de vehículos y, por aquello de la Ley de Murphy que indefectiblemente siempre se cumple, yo ya tenía claro que coincidirían el momento de no tener disponible el vehículo con la llamada desde Sevilla avisando para que nos pusiéramos en camino. Así que cuando empezamos a recibir novedades en la misma tarde-noche del lunes 16 ... si os digo la verdad, pensaba que sería una falsa alarma. De hecho estando ya en ruta me atreví a preguntar a mis compañeros de viaje: "¿cuál es el punto de no retorno?", suponiendo que seguramente en algún momento volverían a llamarnos para confirmar que todavía no había llegado el momento esperado.

Pero no. A cada nueva llamada se sucedían las noticias que apuntaban en una misma dirección: nacerías aquella misma noche. Y así fue, siguiendo todavía nosotros en carretera, llegaste al mundo ...

Y al igual que días atrás me ocurriese con "El Imperio Eres Tú", no empecé a disfrutar tu presencia en aquel mismo instante sino que tuve que esperar unas cuantas horas más todavía para poder conocerte. La fría madrugada me recibió en Sevilla con una televisión casi en silencio, recordando la vida de don Manuel y posteriormente con la película "Rain Man" que vi "enterita" con un ojo pendiente de la pantalla del teléfono móvil y un oído pendiente de la habitación donde Jose (que se había portado como un auténtico campeón) dormía plácidamente.

Aquella noche ... no dormí casi nada. Y al día siguiente mitad cansado, mitad nervioso, pude verte por fin. Allí estabas tú, entreabriendo los ojos como tratando de buscarme ... Y yo ... hacía ya rato que me había quedado sin palabras.

Llevabas apenas horas en el mundo y ya estabas cambiando poco a poco ... Y creo que todos junto a ti también empezamos a cambiar poco a poco ...

Fue también lunes (como el 13 de abril de 2009) el día que viniste al mundo. Y no, en esta ocasión no hicimos una "sandwichona" para celebrarlo. Pero confieso que, a su manera, resultó ser de nuevo una experiencia realmente indescriptible e inolvidable. Y si alguna vez flaquea la memoria ... quede aquí escrita para siempre la esencia de cuanto ocurrió, la forma en que lo vivimos y todo el amor y todas las "batallitas" que rodearon aquellos bellísimos momentos ... "Momentos hucha", desde luego que sí.

P.D.: mañana intentaré ponerme menos sentimental ... o no ... a saber con qué pie me levanto ...

P.S.: (*) ya estamos casi en noviembre ... y el actual ganador del Premio Planeta es Lorenzo Silva Amador (por su obra "La marca del meridiano").
5 ostrillizos: Un post que empezó a escribirse en enero (y que con el paso de los días ha ido creciendo y cambiando cada vez un poco más) Y es que los meses pasan sin apenas darte cuenta y cuando vuelves la vista atrás ... Cuando vuelves la vista atrás reparas en la evolución c...

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