martes, 13 de julio de 2010

Sudáfrica 2010

Prólogo
Con esta entrada pretendo plasmar algunas reflexiones acerca del mundo actual, particularmente sobre el mundo del fútbol y, concretando aún más, sobre el campeonato recientemente celebrado en el país más meridional del continente africano. He tratado de dar cierta estructura y coherencia a mis pensamientos a lo largo de las últimas semanas y poco a poco me ha ido quedando más o menos claro el porqué de las cosas. Nótese que el post se compone de diversos apartados la mayoría de los cuales han sido escritos mucho antes de la final por lo que apenas se incluyen "brillantes ideas" derivadas de (o influenciadas por) un estado de euforia o descontento totalmente temporal o pasajero. No sé si los apartados que continúan a este prólogo resultarán excesivamente largos, tediosos, incoherentes o incomprensibles, en cualquier caso tened en cuenta que mientras escribo no estoy pensando en los potenciales lectores sino que simplemente realizo un ejercicio mental de cierta liberación que realmente creo que me sentará bastante bien.

De más a menos
Los entendidos dicen que el juego de España en el Mundial ha ido de menos a más, justo en dirección opuesta a mi gusto/afición/pasión por el fútbol durante los últimos años. Probablemente para mí el fútbol ha muerto por saturación, me explico, quizá el exceso de cobertura mediática se encuentre en la raíz de un doble proceso: por un lado el endiosamiento brutal de los jugadores (no hablo de las estrellas o las grandes figuras que siempre tuvieron un halo especial -ganado a base de talento, esfuerzo y saber hacer/estar- sino de cualquier futbolista de medio pelo que se llega a creer toda una divinidad -con su correspondiente legión de fieles- a las primeras de cambio) y por otra parte la previsibilidad, es decir, que no exista resquicio alguno para la sorpresa dado que cualquier coreano conoce a la perfección hasta los más mínimos movimientos del utillero de la selección de Tunez (que ni siquiera ha participado en la fase final del Mundial).
La desidia generalizada, los movimientos calcados, el escaso o nulo empuje de los "llamados a ser" y el consiguiente aburguesamiento y mantenimiento del estatus de quienes "ya son", convierten al fútbol en algo (que no llamaría yo espectáculo) cuanto menos aburrido durante la mayor parte del tiempo. Nos encaminamos hacia un pensamiento único, un concepto global que admite escasos matices y donde no tienen cabida los distintos estilos, las diferentes escuelas futbolísticas que antaño permitían a los aficionados sorprenderse e identificarse con quienes defendían el talento, la velocidad, la garra, el toque, el juego alocado y totalmente ofensivo, la organización y rigidez defensiva, el "patapún pá arriba y a correr", los diez delanteros o los diez defensas. Hoy en día los africanos juegan tan lento como los europeos, los sudamericanos tan rápido como los europeos y los europeos piensan si estarán suficientemente bien depilados y/o engominados, si lucirá tan bien como esperan el último tatuaje que se han hecho, si será demasiado aburrida la sesión de rodaje del anuncio que tienen previsto grabar mañana o con cuántas chicas/os podrán tener sexo en los próximos días.
Todo menos fútbol y, además, un millón de focos para mostrarnos a la perfección que lo que menos importa es precisamente el deporte. Quizá por eso últimamente me decanto más por seguir o bien deportes más o menos minoritarios o bien aquellos que se practican individualmente, en los que el deportista no puede esconder sus defectos ni sus carencias refugiándose y amparándose en el grupo o en los errores del cuerpo técnico.
[NOTA: entiéndanse como europeos, o europeos asimilados, todos aquellos jugadores que militan o han militado en equipos del viejo continente]

Nacionalismos vs Sociedad de la Información
En paralelo a todo lo anterior y fruto de la revolución tecnológica y el cambio de paradigma social, se produce una extraña confluencia de fenómenos contrapuestos: la globalización y los nacionalismos, que yo denominaría micronacionalismos. La globalización tiende a homogeneizar al género humano por desgracia igualándonos a la baja más que haciéndonos tender a unos elevados ideales compartidos por el conjunto de la humanidad. Y al tiempo que nos volvemos más idénticos que iguales resulta que pretendemos defender a capa y espada nuestras singularidades, y para ello buscamos cobijo en los nuevos nacionalismos que resultan particularmente hilarantes.
En siglos pasados (siglo XX inclusive) los nacionalismos hacían referencia a la personalidad nacional de un pueblo entendido como colectividad que comparte un espacio geográfico, idioma, cultura, religión, ideales y tradiciones comunes. En el siglo XXI las nuevas posibilidades de comunicación generan nuevos nacionalismos (dentro de los ya existentes) que no sólo responden a motivaciones geográficas sino que en muchos casos derivan de afinidades afectivas que poco tienen que ver con el espacio físico o la lengua materna. Así existen comunidades unidas por idearios políticos, formas de vestir, estéticas, gustos musicales, orientación sexual, afición a un determinado tipo de cómics, ... ideas más o menos extrañas que nos definen como individuos por contraposición a quienes son diferentes a nosotros mismos. Son éstas unas nuevas banderas que coexisten con las tradicionales, con las de los tradicionales aspirantes a poseer su propia bandera nacional y con las de nuevos territorios emergentes que buscan su propio protagonismo incluso en el seno de los nacionalismos tradicionales (¿localismos nacionalistas?). Multitud de micronacionalismos que nos hacen sentir más unidos a los miembros de un foro o de una comunidad de usuarios (sea cual sea su lugar de origen) que a millones de personas con quienes únicamente tenemos en común el formato del documento nacional de identidad (dado que en muchos casos ni siquiera pagamos los mismos impuestos ni accedemos a una administración de justicia o a un sistema sanitario común).
Nuestras relaciones personales ya no dependen únicamente de las posibilidades que nos brinda exclusivamente el lugar en que nacemos o vivimos sino que se amplían al mundo entero y, por consiguiente, somos más libres, nos sentimos menos atados a la tierra que nos vio nacer, crecer y desarrollarnos, y nuestros criterios de identificación grupal cada vez tienen más que ver con cuestiones que únicamente están en nuestra cabeza (y en las de quienes piensan de forma parecida o con quienes al menos compartimos unos fundamentos básicos).
En este contexto, las naciones, las banderas, los himnos y los representantes se enfrentan a una situación extraña en la que han dejado de ser lo que eran y todavía no se han redefinido ni reinventado. Esta situación es una oportunidad de lujo para evolucionar, como humanidad, aunque teniendo en cuenta la condición humana muy probablemente se nos volverá en contra.

Breve historia de los mundiales
Para mí la historia de los mundiales -como muchas otras cosas en esta vida- tiene forma de campana de Gauss. Nací pocos meses después del Mundial de Argentina -el que marcó un antes y un después en la historia del fútbol- así que mi primer mundial de verdad (entre comillas) fue el de Naranjito, quiero decir el de España en 1982. Recuerdo especialmente la mascota de aquel evento (y prácticamente ninguna de los posteriores), la figura del grandísimo Arconada, el álbum de cromos de las selecciones (¡ay Honduras!) y el partido frente a Irlanda del Norte que tuve la suerte de poder vivir en Madrid un día 21 de junio en el que los nuestros caían derrotados en el Estadio Luis Casanova de Valencia mientras en una mesa bastante bajita abundaban los botellines de Mahou y Pepsicola con un sabor especial (sólo me refiero a la Pepsi) que nunca más he vuelto a encontrar. Aquella noche las conversaciones de los adultos, como casi siempre en Madrid, se dilataron hasta la madrugada y creo que fue aquel día el primero en que pude contemplar el cierre de emisión de Televisión Española entre imágenes de Sus Majestades los Reyes, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, los buques insignia de la armada, los cazas del ejército del aire, los imponentes carros de combate (al menos a mí me lo parecían así), la bandera rojigualda y la Marcha Granadera de fondo.
Meses después, un sábado por la noche en la 2 durante el transcurso de un encuentro entre Osasuna y Athletic de Bilbao, culminó mi aprendizaje básico futbolero tras entender de una vez por todas en qué consistía aquella regla del fuera de juego que frustraba tantos goles y ocasiones de gol. La campana de Gauss anteriormente aludida se encontraba entonces en un tramo de rápido crecimiento (una vez asimilados plenamente los rudimentos del juego) que coincidía en el tiempo con la edad de oro de una Quinta del Buitre a la que un tal Hugo Sánchez ponía la guinda. Y en esas llegamos al Mundial de México, 1986, el mundial de Hugo. Recuerdo la gran expectativa que generaba la selección azteca, un calendario de encuentros patrocinado por Philipshave, el primer partido de Hugo que vimos en una pequeña televisión en el comedor de un bar llamado "La Malagueña", el momento cumbre de la carrera de Emilio Butragueño, algunas cosas extrañas que mandaron a los españoles de vuelta a casa y también recuerdo que por primera vez supe que los balones oficiales de la competición tenían nombre propio. El Azteca, así se llamaba el balón de México 86, fue sucesor del Tango (Argentina 78) y del Tango España (derroche de originalidad, España 82) y precursor del Etrusco (Italia 90). Los balones posteriores no me han despertado casi ningún interés hasta llegar al impredecible Jabulani que ha terminado por convertir un deporte como el fútbol en algo más parecido a un juego de azar que otra cosa.
Tras México llegaría Italia, casi el momento cumbre de mi relación con los mundiales. Nuevamente tocó visitar Madrid coincidiendo con el final de curso y mi "abuela de Madrid" (que en realidad era la suegra de un primo hermano de mi madre) me regaló una maquinita electrónica con una forma muy característica que integraba en su carcasa una reproducción de la mascota de Italia 90, Ciao, un muñeco de palo que tenía un balón de fútbol por cabeza. En el juego en cuestión el jugador manejaba los movimientos de un portero (mediante sendos botones, con forma de balón, denominados "Destra" y "Sinestra") al que lanzaban sucesivas tandas de penaltis. En Italia comprendí que el fútbol básicamente es injusto, soñé que Villarroya y Spasic serían grandes figuras en el Real Madrid y empecé a darme cuenta de que esos alemanes tanques-cabezas cuadradas probablemente hacían las cosas mucho mejor (en todos los aspectos) de lo que decían los periodistas. La anécdota fue sin duda Camerún y hay quien todavía vive de un gol marcado en el partido inaugural de un Campeonato del Mundo ... La Federación Española de Fútbol había relevado en 1988 a Don Miguel Muñoz del cargo de seleccionador nacional, sustituyéndolo por un Luis Suárez que únicamente permanecería en el puesto hasta 1991 (siendo a su vez reemplazado por Vicente Miera y este último por Javier Clemente en 1992).
Estados Unidos 1994 fue el momento culminante. Me fascinó Brasil que jugaba de manera distinta al resto de los mortales. Bebeto, Mauro Silva, Romario, Dunga, Cafú, ... esta selección tenía a los mejores delanteros, jugaba rápido y además sabía defender desde el centro del campo. En Estados Unidos, entre Tassotti y un árbitro neutral¿, a España entera le partieron la nariz (la nariz de España está en Portugal ¿no?) y hubo quien perdió/ganó una horchata que aún se debe.
Francia 98 me hizo ver a un Zinedine Zidane al que llevaba años perdiéndome, un auténtico fenómeno dentro y fuera de los terrenos de juego, cabeza perfectamente amueblada, habilidad inverosímil, físico, lucidez, talento e inteligencia. Zidane ganó (casi el solito) un mundial y ocho años después estuvo a punto de emular al mismísimo Cid Campeador de quien cuenta la leyenda que ganó batallas incluso después de muerto. España no pasó de la primera fase, superada por dos grandísimas potencias futbolísticas¿ como son Nigeria y Paraguay.
En el año 2002 por primera vez la retransmisión televisiva del mundial no corrió a cargo de la tele pública sino que quedó en manos de una plataforma de televisión digital vía satélite ya desaparecida (Vía Digital) y una cadena privada de ámbito nacional (Antena 3). En 1998 Jose Antonio Camacho había asumido el cargo de seleccionador, sucediendo a un Javier Clemente de quien cabe destacar que -gustos aparte- dotó de una impronta personal y característica al combinado nacional. Con Camacho al frente tampoco hicimos gran cosa y aún así deberíamos haber alcanzado las semifinales de la competición. Todavía seguimos sin entender el sistema de designación arbitral ...
Tras Japón y Corea, el fútbol volvió a casa. Y en Alemania probablemente, algunos meses antes quizá, la zona plana de la curva de Gauss había ya dado paso a una nueva en la que el interés, la afición o la pasión por el fútbol comenzaban a menguar cada vez más. El seleccionador nacional era ya Luis Aragonés, quien sucedió a Iñaki Sáez (2002-2004) y la selección cayó ante Francia en octavos de final. Lo más destacable de Alemania 2006 fue una final en la que, si el fútbol fuese justo, Zinedine Zidane habría culminado su carrera besando nuevamente la Copa Jules Rimet.
Luis había prometido abandonar el cargo si no se conseguían los objetivos fijados. Como los objetivos no se alcanzaron, el sabio de Hortaleza fiel a su palabra¿ permaneció en el cargo un par de añitos más.

La suerte esquiva
Si algo me ha enseñado mi particular trayectoria mundialística (y la trayectoria vital que discurre paralela) es que casi todas las cosas importantes en esta vida finalmente se deciden por azar, por algún tipo de acontecimiento de naturaleza aleatoria que no puede predecirse pero que termina influyendo de forma decisiva en el posterior destino de las personas, las comunidades, las naciones, la humanidad o incluso el Universo entero. Llegar a un lugar un segundo antes o después, elegir una botella de agua en lugar de otra, escuchar una canción determinada, ver una cierta película o que un tipo somnoliento se descuide mientras supervisa el proceso de fabricación o síntesis de una vacuna, ... cosas simples a priori pero que pueden cambiar una, muchas o muchísimas vidas. Y en eso de no tener suerte España es una nación especialmente afortunada desde hace mucho, mucho tiempo. Una moneda lanzada al aire decide una derrota, un penalti que no se ve, un fuera de juego que se pita o no, un balón que no sale fuera pero el árbitro opina lo contrario, un disparo marrado a puerta vacía, un gol anulado en otro partido que te obliga a enfrentarte al rival que no deseabas, una lesión inoportuna, una tarjeta que no era y acarrea suspensión, una expulsión que tampoco era, una tanda de penaltis que siempre termina igual.
Esa es la historia de España hasta 2008. En la Eurocopa de ese año, en la eliminatoria de cuartos de final frente a Italia, jugando como siempre mejor que ellos, llegando al final del tiempo reglamentado con empate a cero, finalizando con idéntico resultado la prórroga ... España estaba condenada a caer eliminada una vez más ... pero esta vez a la selección se le apareció la Virgen, literalmente su nombre escrito en una bandera de Villarrubia de los Ojos ... y España pasó de cuartos, con suerte, por fortuna, merced a un acontecimiento aleatorio que perfectamente podría haber sucedido de otra manera.
Dicen que el juego de España en la Eurocopa fue superior al del resto de selecciones y yo digo que el fútbol es simplemente un juego en el que gana el equipo que presente mejor balance final entre goles anotados y goles encajados. Si nuestra selección tuviese la aplastante superioridad (y esto vale igualmente para el Barça) que más de uno defiende, ganaría todos los partidos por goleada ... pero esto no es así, la aplastante superioridad se vuelve en muchas ocasiones igualdad que resulta casi imposible desequilibrar y en esos momentos un gol de Iniesta fuera del tiempo reglamentario mete al Barça injustamente en una final de la Champions League que termina ganando al Manchester United y un penalti anotado por Cesc clasifica por fortuna a la selección para las semifinales de un campeonato que termina ganando.
Siguiendo con la aleatoriedad o la suerte, también podemos decir que en este Mundial España únicamente ha tenido que enfrentarse a un rival digno, Alemania, antes de la final pues su camino estaba bastante allanado (Suiza, Honduras, Chile, Portugal y Paraguay) y muy probablemente el devenir del Mundial sería otro completamente distinto si el sorteo de los grupos nos hubiese deparado otros rivales o simplemente si cambiásemos una ocasión fallada o un gol anulado a Quagliarella, un gol menos de Eslovaquia, el fuera de juego no señalado a Villa en el gol frente a Portugal, algún fuera de juego que no se hubiera pitado a Chile, otro gol en propia puerta de Piqué, un penalti o alguna ocasión no fallada por Paraguay o, es más, que el lanzamiento del penalti pitado a favor de Paraguay hubiese tenido que repetirse porque nuestros jugadores pisaron el área antes de que se efectuase el citado lanzamiento. No comentaré nada sobre la ausencia de Müller en semifinales ...
La suerte condiciona muchas cosas, eso ya lo he aprendido y probablemente por esa razón cada vez valoro menos cualquier triunfo que se consiga o se pueda perder merced única y exclusivamente a ella. Lo verdaderamente importante es el fondo, lo que se pretende hacer y los medios que se utilizan para lograrlo. Tener la capacidad para vencer a la aleatoriedad o conseguir de alguna manera que si caemos derrotados frente a ella realmente no importe demasiado.
Los triunfos y las derrotas de España (no así los de otras selecciones) dependen en exceso de este factor, hasta tal punto que somos capaces de hacer que un pulpo acierte más en sus predicciones que cualquier grupo de analistas expertos en la materia. Si España, jugando como ha jugado, hubiese vuelto a casa en la primera fase, en octavos o en cuartos, todos los fanáticos se sentirían defraudados. Si España, jugando como ha jugado, llega a la final, todos los fanáticos defenderán que somos los mejores. A mí no me ha gustado la selección, en términos generales, con independencia de la fortuna que puntualmente ha podido tener y que es lo que en realidad, siempre bajo mi punto de vista, ha marcado la diferencia significativa frente a participaciones previas en campeonatos más o menos importantes.
[NOTA: con suerte hasta Grecia puede ganar una Eurocopa o Milinko Pantic puede llegar a parecer un dios del fútbol, sin suerte Holanda ha sido la mejor selección en dos mundiales y Alemania ... bueno de Alemania hablaremos más tarde]

La roja, los expertos (y patriotas) advenedizos y mi total ausencia de empatía
Lo que más me asombra de los acontecimientos de masas como el Mundial es el repentino surgimiento de expertos advenedizos que son auténticos doctores en "futbología" (esto es perfectamente aplicable a cualquier otra materia que se popularice rápidamente como la Fórmula Uno, la filmografía de Ridley Scott, los bonos basura o las bibliografías completas de Dan Brown o Stieg Larsson). Perfectamente pueden impartir lecciones magistrales con total desconocimiento de causa y son capaces de defender la denominación "la roja" pensando quizá que así se ha conocido tradicionalmente a la selección española sin saber siquiera quienes fueron los ideólogos de este experimento sociológico y de técnicas básicas de mercadotecnia ni cuándo se acuñó este término (aunque apenas hayan pasado un par de años desde tan funesto acontecimiento). No saben qué es eso de la furia española, el gol de Señor les suena a chino y tal vez ni siquiera sepan que cuando gritan "illa, illa, illa, Villa maravilla" a más de uno se nos pone un nudo en la garganta pensando que estamos en el Estadio Santiago Bernabeu, en plena Copa de Europa o en cualquier partido de Liga, que ha llegado el minuto 7 y que los que nunca le olvidaremos volvemos a rendir homenaje, día sí, día también, a Don Juan Gómez González, "Juanito". Y ese nudo en la garganta viene inexorablemente acompañado por una cierta indignación al pensar que unos insensantos, desconocedores absolutos de la historia del fútbol (ni siquiera saben apenas nada de la historia contemporánea de este deporte), usurpan sin oposición alguna la más emotiva cantinela que se puede escuchar en un estadio.
Los expertos (y las expertas) salen de debajo de las piedras, justo el lugar donde supongo yo que estaban guardadas tantas y tantas banderas españolas como han llegado a ondear en los más variopintos rincones. Una extraña ola de furor patrio (que no patriotismo) consigue acallar levemente las voces de quienes acusan de fascista a todo aquel que no se avergüence de ser español, cuando todo esto pase volveremos a esconder los colores por si acaso ...
Entre expertos y patriotas surgidos de la nada me siento un poco bicho raro, si esto es España a mí que no me llamen español ... No empatizo con la mayor parte de los aficionados y tampoco con los jugadores ni el cuerpo técnico del combinado nacional. Probablemente o no he entendido nunca a Vicente Del Bosque (aunque sigo afirmando que su perfil es idóneo para dirigir al Real Madrid) o es que realmente Del Bosque es tan mal entrenador como yo creo. Hace cosas muy raras, realmente incomprensibles y algunas veces le salen bien. McManaman de medio centro, Geremi titular en una semifinal de Copa de Europa, Anelka jugando de extremo izquierdo, ... aunque también recuerdo (para quien se le haya olvidado) algunas ideas tan felices como jugar en Alemania contra el Bayern Munich con una disposición táctica entre el 3-4-3 y el 3-3-4 con el consiguiente resultado en contra. Todo esto aplicado a la selección española da origen a algún que otro disparate que de momento no se critica gracias a los resultados obtenidos. En cuanto a los jugadores, salvo Cesc que es una de mis debilidades y a quien, por tanto, no juzgo de forma objetiva, el resto no me dicen prácticamente nada. Supongo que es más fácil para un niño admirar a Gordillo, Camacho, Señor, Santillana, Juanito, Arconada, Maceda, Gallego o incluso hasta Eloy (hombres de verdad todos ellos), que para un adulto sentir algo parecido por este conjunto de personajes y personajillos que responden bastante al perfil de unas generaciones de las que me voy sintiendo cada vez más alejado.
Un mes bueno de Casillas no cambia lo que se ha ganado a pulso durante muchos, muchísimos días, semanas y meses. Fernando Torres me sigue pareciendo tan estúpido como cuando militaba en el Atlético de Madrid (no lo valoro como futbolista aunque me parece bastante mediocre). Villa ha tenido el santo de cara pero no por eso deja de ser lo que antes se llamaba un "chupón", de los que siempre tienen la portería rival entre ceja y ceja sin pensar un instante en el bien colectivo (para mí es hasta peor que Raúl, que ya es decir). Xavi creo que no ha ido a Sudáfrica, si estuvo allí sólo fue durante unos minutos. Iniesta ... el partido de Iniesta ante Alemania fue para enmarcar¿ y en el resto salvo un par de pases y un gol (cosas parecidas a Guti) no me ha gustado un pelo. Piqué, que decir de Piqué ... autor de un gol en propia puerta, de un penalti innecesario que nos pudo mandar rápidamente de vuelta a casa ... un seguro, vamos. Puyol nunca me ha gustado, por personalidad básicamente, es el tipo de persona de quien sé fehacientemente que no podría ser amigo. De Sergio Ramos se podrían decir muchas cosas malas, así que mejor no digo nada. Un tipo tan limitado como Capdevila es el mejor lateral izquierdo del país. ¿Busquets? ¿pero qué le han visto a este tío? De Pedro Geremi mejor no hablamos. Jesús Navas para mí desempeñó un papel importantísimo frente a Honduras, un día de esos en los que no se ve a un jugador que sin embargo está siendo fundamental para el equipo, el resto del tiempo ... como no me gusta Jesús Navas en general ... Silva, otro tipo al que no comprendo, que alguna virtud tendrá aunque yo no la vea. No sé, me paro un poco a pensar y es que no me gusta nada España. Salvemos de la quema a Xabi Alonso (mmm ... más o menos) y a Pepe Reina que como humorista de barecillo cutre no tiene precio.

El Mundial que se acaba
Este Mundial ha sido sin duda el peor de los que recuerdo (y en esto creo que coinciden los analistas medianamente serios). El primer problema del mundial probablemente ha sido el país anfitrión, no por falta de medios o medidas sino simple y llanamente por las condiciones climatológicas, el entorno cansino de las vuvucelas y alguna que otra preocupación adicional que probablemente nadie tuvo por ejemplo en Alemania 2006. El segundo obstáculo ha sido sin lugar a dudas el balón, más propio de una serie de manga-anime que de un deporte practicado por hombres reales. El tercer problema lo vinculo personalmente a la falta de creatividad de los grandes estudios de Hollywood que poco a poco ha ido impregnando al grueso de la sociedad (¿o ha sido al contrario?) dando como resultado que algo que está llamado a ser un espectáculo, un sector especialmente relevante en la industria del ocio, nos brinde un producto final ciertamente aburrido (baste decir que el partido que más me ha gustado fue el Camerún-Dinamarca en la primera fase). El cuarto asunto a considerar ha sido la apuesta de la Fifa por seguir recaudando cada vez más, y en su afán recaudatorio coloca en la fase final a un buen puñado de selecciones débiles que sólo están ahí para conseguir mayor difusión (más espectadores, más empresas interesadas y por tanto más dinero) y que ocupan el puesto que deportivamente correspondería a otros equipos que cuentan en su haber con muchísimos más méritos.
Por otro lado, un Mundial que se precie de ser Mundial (en condiciones, con todas las de la ley), requiere la presencia de Bora Milutinovic como director técnico de una selección pintoresca que probablemente sea debutante en una competición internacional de tan alto nivel. Ver al señor Milutinovic con unas gafas "de persona" normal, como ayudante de Radomir Antic hace que automáticamente el Mundial pierda muchísimos enteros.
Una anécdota que no me ha gustado fue la repetición en los videomarcadores del estadio del gol ilegal que inauguraba el tanteo del encuentro entre Argentina y México. Por suerte se rectificó esta medida, aunque la decisión originó una importante polémica. Mi opinión personal sobre el tema es: si no se van a utilizar las repeticiones de las jugadas para poder enmendar decisiones arbitrales erróneas entonces que al menos no se difundan tales repeticiones por las pantallas gigantes dado que los ánimos enardecidos de los aficionados pueden llegar a ocasionar alguna situación verdaderamente crítica.
Más cosas, no tenía cuentas -a priori- de seguir con detalle este Sudáfrica 2010 pero por cuestiones del azar prácticamente no me he perdido un partido. Y os puedo decir que no me he divertido ni mucho ni poco, prácticamente nada, y que sí me he aburrido soberanamente en múltiples ocasiones. Partidos ganados por la mínima, jugadores que juegan andando, "chulerías" sin balón pero con cámaras de por medio, teóricas estrellas que todavía no sé si han jugado ... Lo único bueno, lo que sí que me ha gustado es Alemania y en este punto no me refiero (apenas) al fútbol.

Alemania: pasión por la excelencia
Casi todas las cosas en esta vida tienen una cara positiva y, para mí, la cara positiva del Mundial es Alemania. He podido seguir muchos encuentros a través de sus televisiones (ZDF y ARD), acercándome un poco más a la realidad germana actual.
Los alemanes no son lo que eran, cierto, pero cuentan a su favor con un condicionamiento genético que está perfectamente codificado y grabado en todos y cada uno de los nuevos, novísimos, antiguos y antiquísimos bávaros. Empecemos analizando la televisión, por ejemplo. Con la introducción de la TDT, las aplicaciones interactivas basadas en MHP (o el protocolo que corresponda), la utilización intensiva de la web para facilitar información adicional, ... sin descuidar una sola de estas nuevas posibilidades resulta que los amigos alemanes brindan una cobertura excepcional del mundial a través del ¡¡teletexto!!, pensando que aunque únicamente haya 500, 1.000 o 5.000 personas en toda Alemania que consulten con cierta regularidad el teletexto, eso no es óbice para hacer las cosas tan bien como sea posible. En tiempo real, durante la transmisión del partido, podíamos superponer las estadísticas completas de cada jugador, acceder a la ficha técnica del encuentro (estadio, ciudad, aforo, entrada registrada, hora de comienzo, alineaciones titulares, resultados, incidencias, climatología, ...) y en caso de que se disputasen dos encuentros simultáneamente, con total facilidad se podía acceder a las estadísticas del otro partido amén de que el resultado (de ambos encuentros) apareciese permanentemente sobreimpresionado en pantalla.
Los alemanes daban una cobertura impresionante a cada partido (jugase o no su selección), con amplios previos, análisis en 3D de las principales jugadas permitiéndonos verlas desde la perspectiva del juez de línea o del árbitro (lo que ayuda considerablemente a entender más de un error arbitral), con comentaristas específicos para cada partido que narraban y comentaban únicamente lo justo, prescindiendo de bromas o detalles completamente accesorios.
Y además del fútbol analizaban convenientemente el contexto donde se desarrollaba. Es decir, en lugar de reunir a un grupo de tertulianos de la prensa del corazón (o deportiva, da igual) y ponerlos a defender gritando posturas contrapuestas, los alemanes se dedicaban a emitir documentales y reportajes de investigación en los que se analizaba profusamente desde una perspectiva socioeconómica la Sudáfrica post-apartheid, el papel actual de Nelson Mandela, las perspectivas de crecimiento en plena crisis o las desigualdades no eliminadas a pesar del cese (al menos teórico) del racismo enraizado durante décadas en la nación sudafricana.
Me impresionó sobremanera el domingo en que debutó Alemania. El partido tendría lugar a las 20:30 pero ya desde las 08:00 (más de doce horas antes) multitud de aficionados teutones se congregaban en diversos espacios habilitados para seguir la retransmisión. El ambiente festivo (alcohol aparte) presidió desde aquel momento y hasta la semifinal, el desarrollo de su participación mundialera. [EDITO: increíble cobertura de la final de consolación y más aún de la propia final, aunque no juegue Alemania, e indescriptible ambiente en la previa del Uruguay-Alemania, durante el transcurso del encuentro y a la finalización del mismo]
Los alemanes se enfundan en la bandera nacional en cualquier ocasión, gane o pierda su equipo, y lo que es mejor sin necesidad de que juegue o incluso de que haya alguna competición de por medio. Se sienten orgullosos de ellos mismos no sólo por lo que consiguen sino sobre todo por lo que hacen. Porque saben que están haciendo el máximo que se puede hacer con lo que tienen y porque mientras lo hacen ya están vislumbrando la manera de seguir progresando. La Alemania de la Eurocopa probablemente no debía haber perdido frente a España, a pesar de ello en vez de lamentarse comenzaron a construir una nueva selección bastante mejor que la anterior que, aunque haya sucumbido otra vez ante España, seguirá creciendo y conseguirá títulos dentro de muy poco tiempo. Aunque los títulos a los alemanes les dan un poco igual. Sonríen tras perder una semifinal porque saben que en la próxima competición como mínimo volverán a llegar hasta ahí y porque están convencidos de que, sin suerte, ése es su límite inferior y a poco que se den bien las cosas serán campeones.
Si cualquier otra nación del mundo hubiese sufrido lo que ha sufrido Alemania en el último siglo, hoy no quedarían ni sus cenizas. Alemania sin embargo es el único país capaz de reconstruirse, tantas veces como sea necesario, y volver a colocarse a la cabeza de Europa y del Mundo en un tiempo récord. Y luego alguno tiene la osadía de bromear con el diferencial ... Mientras todos vamos cuesta abajo, Alemania baja más lento que el resto aumentando cada vez más la brecha ya existente y, lo que es más, siendo capaces de crecer aun en ausencia de talento o fortuna ... preparaos para cuando les vuelvan a asistir los dioses.
[EDITO: el gran reto será gestionar adecuadamente un mestizaje que puede llegar a resultar excesivo, perdiéndose la esencia alemana, zafarse poco a poco de la rémora oriental y, sobre todo, que alguien asesore adecuadamente a Joachim Löw sobre las "rebequitas" que utiliza]

Argentina: pasión por la pasión
Se marchan en cuartos de final, tras una contundente derrota y da absolutamente igual. Están orgullosos de volver a ser Argentina, de tener a Maradona al frente, de ser unos incomprendidos ... Y es que los argentinos son una explosiva mezcla de españoles e italianos por lo que su temperamento latino y su sentido trágico de la existencia resulta más acendrado que en cualquiera de los otros dos países (que ya es decir). La albiceleste desata pasiones y los argentinos son realmente unos apasionados de la propia pasión. Eso es lo que les mueve, más allá del juego o los goles y por eso precisamente han conseguido colocar a la suerte o al azar en un plano totalmente secundario. ¿Qué más da perder si vibramos? Si hubiésemos ganado estaríamos celebrándolo en las calles, como hemos perdido estamos llorándolo en las calles y tratando de recomponernos para poder consolar y animar a un grupo al que sentimos como hijos o hermanos y que, por ello, son los mejores aunque nadie más lo vea así o ni siquiera lo entienda.

España 2010
Hay dos secretos básicos para el éxito de España que hoy ya sí podemos desvelar. El primero consiste en la fe y cuando digo fe no me refiero a la creencia en algo sobrenatural sin necesidad de que su existencia haya sido confirmada por la experiencia o la razón, sino que realmente me refiero a la fe en lo que se hace, la creencia en las propias posibilidades, la convicción plena a la hora de realizar la tarea encomendada. Algo que es condición necesaria (aunque no suficiente) para la consecución de cualquier empresa que uno se plantee en esta vida. Los jugadores españoles por primera vez en la historia (impulsados quizá por algún que otro golpe de suerte) se han sentido capaces de ganar y ese es el primer paso para poder hacerlo. Quizá ninguna generación anterior había confiado siquiera la mitad que éstos en su propio potencial y eso nos convertía automáticamente en inferiores a los demás. También probablemente esa desconfianza venía motivada por el histórico infortunio nacional.
Junto a la fe, pero desde luego no menos importante, el secreto del triunfo deriva de un cambio en la disposición del equipo sobre el terreno de juego. ¿Cómo? Pues os lo explico. Tradicionalmente en los partidos de España mi hermano y yo jugábamos en línea, uno junto al otro, ocupando él la zona derecha y yo mismo la zona izquierda. Al jugar en línea corríamos el riesgo de vernos desbordados en cualquier contragolpe dado que podían superarnos a ambos simultáneamente. Pero de un tiempo a esta parte, Eurocopa incluida, hemos cambiado nuestras posiciones y ahora me toca a mí encargarme de la derecha y a él de la izquierda, disponiéndonos además en forma escalonada (él algo más adelantado y yo en la retaguardia). No lo comentéis mucho por ahí, pero ésta es la verdadera clave del triunfo.
Volviendo un poco al tono más o menos serio del análisis, creo que ya ha quedado meridianamente clara mi opinión sobre el combinado nacional, su seleccionador y sus seguidores. Sobre la prensa ... bastante penoso tener que ver algún partido a través de Telecinco, cadena que haría un gran favor tanto a su audiencia como a los auténticos aficionados al fútbol si no volviese a adquirir más derechos televisivos de competición futbolística alguna. Las narraciones de Paco González han sido justamente como esperábamos, es decir, contando lo que a él le gustaría que pasase o lo que intuye que puede pasar antes que lo que realmente está sucediendo. Los comentarios de J.J. Santos ... bueno, bueno, bueno. El pobre de Guillermo Amor perdido entre tanto talento¿. Idem para Jose Antonio Camacho. Y Sara Carbonero ... a lo suyo. Para sumar a la historia, la bandera de España sobreimpresionada durante la programación habitual de una cadena políticamente alineada en contra de cualquiera que defienda mínimamente los intereses de nuestra nación ... Curioso. El resto de la prensa, en línea con un país que aunque parezca mentira todavía no ha tocado fondo. Y los políticos ... cada cual mejor ... Hasta alguno afirma que un triunfo en el mundial aumentará la confianza de los inversores extranjeros, el consumo de nuestros productos y el número de turistas que recibiremos. Digo yo, si los políticos afirman estos extremos: ¿son verdaderamente tan estúpidos? ¿nos consideran a nosotros tan estúpidos como para creerlos? ¿o realmente los estúpidos son los inversores, consumidores y turistas que toman decisiones basándose en los criterios más absurdos que se les puedan ocurrir?
España es un país tan "de pandereta" que probablemente terminaremos nombrando al pulpo Paul como mascota nacional o santo patrón de los españoles, celebrándose su festividad un 11 de julio (habría tenido "cierta guasa", y perdón por la maldad, que el Mundial hubiese empezado una semana más tarde y "la roja" se hubiese alzado [campeona] en África un día 18 de julio).
Para no olvidar, volviendo exclusivamente al deporte, los últimos 20 minutos frente a Chile ¡de categoría! ¡eso sí que es jugar bien! Nada importa realmente si al final se gana. Por cierto, ¿España ha marcado algún gol "en condiciones", realmente limpio?
Pero bueno, personalmente me sigo alegrando de las victorias y me siguen fastidiando las derrotas porque España, aunque sólo sea el nombre (que a veces ni eso, porque cuesta demasiado trabajo pronunciarlo), evoca en mi memoria un sinfín de sensaciones y emociones compartidas que vuelven a aflorar en cada encuentro relegando a la parte exclusivamente racional a un plano mucho más secundario.

Epílogo
Según Jorge Valdano "el fútbol es un estado de ánimo" y probablemente haya que dar la razón a este mago de la palabra. Mi estado de ánimo respecto a la evolución (o involución) generalizada de la sociedad me lleva a ser en muchas ocasiones pesimista y este pesimismo oscurece bastante el cristal desde el que contemplo la inmensa mayoría de las cosas. Sólo soy optimista respecto a un grupo excesivamente reducido de personas que se encuentran situadas a una altura considerable sobre el nivel de este mar terriblemente contaminado cuyo fuerte oleaje derriba cada día torres más altas.
En un alarde de presunción podría decir que realmente no sé si es que el fútbol (y el mundo en general) está menguando o más bien soy yo quien crece a pasos agigantados y cada vez veo las cosas como más pequeñas. Si soy yo quien crece, temo ser un gigante con pies de barro. Si es el mundo el que mengua entonces temo ser más grande que el mundo o tener que empequeñecerme para poder adaptarme a él. Dicho esto ... ¿dónde quedó la modestia? No os preocupéis, en cuanto vuelva a mirar cinco minutos hacia arriba, hacia todos los que me superáis tantísimo en altura, volveré a recuperarla "de súbito" y tendré que seguir esforzándome por crecer un poco más cada día, aunque de vez en cuando baje la mirada para ver qué sucede en este mundo que dejó de ser el mundo del circo para convertirse en el mundo del fútbol (¿circense?).
Sudáfrica 2010 me llega bastante tarde, al menos 5 ó 10 años tarde, y llega demasiado pronto para alguien (un pequeño alguien) que se asustó un poco en cuartos de final aunque terminó sonriendo y aplaudiendo junto a su padre y su tío en una noche en la que, pese a que debería llevar un buen rato dormido, estaba bastante nervioso y era incapaz de conciliar el sueño. Dentro de cuatro años el mando estará en sus manos y será él quien contemple una mesa bajita repleta de botellines de Mahou y Pepsicola y tal vez dentro de otros diez, veinte o treinta años, se acuerde del primer Mundial en que España llegó a la final y de los auténticos artífices de esta gesta que, aunque no saldrán fotografiados en la portada de ningún periódico, son los que realmente convierten los sueños en realidades.

P.D.: si todo esto llega a publicarse significará que el Mundo no se ha acabado, que sigue existiendo. Y si sigue girando la Tierra será bien porque España no ha ganado el Mundial o bien porque una teoría infantil ha resultado errónea ... A pesar de todo lo escrito, espero sinceramente que sea por lo segundo.

[EDITO: España ha ganado el Mundial, creo, aunque todavía no estoy muy seguro de que sea completamente verdad (a ver si al final nos van a sancionar con un "drive through"), así que nos quedan tontos y tonterías para un buen rato. En la final hemos jugado de forma distinta, con un extremo del Sevilla (o en Sevilla), una defensa mixta (femenina-masculina) y un portero que nos ha salvado en un par de ocasiones claras y manifiestas. La clave de nuestro gol ha sido una cerveza Cruzcampo que se ha incorporado al partido en el momento idóneo. ¡Viva Canadá!]
5 ostrillizos: Sudáfrica 2010 Prólogo Con esta entrada pretendo plasmar algunas reflexiones acerca del mundo actual, particularmente sobre el mundo del fútbol y, concreta...

2 comentarios:

Franiky dijo...

De mas a menos: Casi nada que añadir. Ejemplo: la próxima temporada futbolística nacional me interesaría más si el Real Madrid jugase con el equipo de segunda B que con los tíos que va a jugar. De todas formas siempre nos quedará el Barça y su buen hacer, que aunque pese, y todavía no lo aceptes, es el equipo que está haciendo avanzar el fútbol, alejándolo de toda la cuesta abajo que comentas. El Barça, indudablemente, no va en la misma línea que el resto del fútbol, ni sus jugadores son tan decadentes como los demás.

Nacionalismos vs. Sociedad de la información: Muy diferentes esos nacionalismos de los de terruño y bandera, mucho más inteligentes y necesarios para diferenciar a dos tipos de personas que creo que han existido siempre: los listos y los tontos, sin más (post sobre esto en proyecto)

Breve historia de los mundiales: Con algún punto veraniego en común con tú historia de los mundiales, me apunto la idea para dentro de cuatro años escribir Mi propia y breve historia de los mundiales.

La suerte esquiva: No. Suerte no. Y mucho menos azar. Si la suerte marcase el devenir de los mundiales, habrían ganado 18 selecciones diferentes, o en el peor de los casos 14, o 12, o 10. Pero hasta hace cuatro días, sólo eran 7.
Uruguay: Por ser los primeros y ya se sabe que cuando algo comienza y las bases no están bien sentadas se producen sucesos extraños, como que Uruguay gane dos mundiales.
Brasil: Porque siempre (hasta que ha llegado Dunga) ha jugado muy muy muy bien al fútbol, de una forma que no juega nadie más, con despreocupación. No creo que haya nadie que dude que los cinco mundiales que tiene Brasil son producto de su juego superior y de sus jugadores superdotados.
Alemania: Ya lo dices tú, pasión, físico y determinación. No suerte.
Argentina: En el 78, sí, un poco de azar y Kempes, pero en el 86 fue un jugador de futbol excepcional el que la aupó, y en el 90 otra vez estuvo a punto.
Francia: Zinedine y diez guerreros, no suerte.
Italia: Competitividad máxima y permanente y que quizás no eran tan malos como todo el mundo decía, no suerte.
Inglaterra: La excepción, potra como un castillo y además injusta.
España: Ajax---> Holanda ---->Barça --->España. No es suerte.
Dicho de manera más clara: Se puede perder un mundial por mala suerte, pero no se gana por suerte. Ni uno, ni mucho menos tres, cuatro o cinco.
Otra cosa es que para ingresar hoy en día en el club de equipos campeones haya que cambiar el sino del equipo a base de ser muy superior a los demás y a contar con un poco de fortuna en momentos puntuales, para España ese momento fue la tanda de penaltis contra Italia.

Franiky dijo...

La roja, los expertos advenedizos...: Yo desde que vi que casi todo el mundo era experto en mecanica de fluidos y en aerodinámica de un F1, dejo de sorprenderme por nada.
De España no pienso como tú, creo que está muy por encima de todos los demás, a causa del Barça, de su confianza y de su modelo de juego, y creo que debería de haber ganado todos los partidos por mucha más diferencia de lo que lo ha hecho, pero todos han jugado en función de intentar anular a España, y así no es fácil. Dentro de 20 años se recordará a este equipo, como se recuerda al Brasil del 70, como un equipo superior, que aunque todo el mundo piense que juega al tiki-taka, nada de eso... es lo más parecido a Italia que he visto en mi vida, lo cual me lleva a pensar que hemos juzgado mal a Italia todos estos años, quizás por envidia. Puede, sólo puede, que Italia no ganase sólo por su tremenda competitividad, y que no fuesen tan malos técnicamente como los pintaban.
No se gana una Eurocopa y un mundial sin ser tremendamente superiores al resto, otra cosa es que los resultados no sean tan amplios como para ilustrar eso.
El mundial que se acaba: Muy malo, malísimo. Pero creo que el de Italia 90 fue igual o peor, lo que pasa es que teníamos veinte años menos y flipábamos con aquellas camisetas coloristas, cuasi tropicales que llevaban la mayoría de las selecciones. Cuestión de experiencia y edad.
Alemania: Amén.
Argentina: Lastrados por un pasado triunfador, pero construido en base a una persona que deja mucho que desear. Ese grupo de jugadores, mirando sólo al futuro, serían una de las mejores selecciones del mundo, tienen la calidad, la competitividad y saben sufrir.
España 2010: Esto se hunde, yo me estoy haciendo una barca, con mastil, vela y la estoy llenando de latas de conserva, de esas que están tapadas con mantelito de cuadros rojos y blancos y agua. Allá cada cual, yo llevo mucho tiempo diciéndolo, y creo que incluso me quedo muy corto en mi denuncia.
Epílogo:
Recuerda siempre lo que te dijeron mientras estabas haciendo la mili con Quien tú sabes: "La cabeza alta soldado, mirando hacia arriba, y si de repente te encuentras sólo, cabalgando con los ojos cegados por el sol, no te preocupes, estarás muerto y lo que verás es el Elíseo" Máximo Décimo Meridio - Gladiator - Ridley Scott - 2000.

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