domingo, 22 de agosto de 2010

Wildcard: la semana de las motos

De vuelta al circuito bloguero como piloto invitado y en fechas próximas como oficial y privado en dos categorías distintas. ¡Ofú, qué calor!

Probablemente nuestra infancia nos marca de manera casi definitiva, confiriéndonos una impronta particular, una esencia que difícilmente transformará el paso del tiempo. Y si uno de tus primeros y mejores recuerdos está asociado a una pequeña bicicleta que simulaba una moto de motocross (amarilla y negra para más señas) y, más tarde, tienes la posibilidad de soñar domingo sí domingo no con una auténtica minimoto, entonces la probabilidad de convertirte en un apasionado del motociclismo tiende hacia el suceso seguro.

Me gustan las motos, lo reconozco, y me hubiese gustado tener una, también lo reconozco. Pero sé a ciencia cierta que una moto en mis manos hubiese sido una fuente inagotable de peligro y al mismo tiempo un sufrimiento contínuo para quienes me rodean. Mi primera moto (de tracción "animal", es decir, a pedales) además de concederme un sinnúmero de horas de entretenimiento fue también causante de un pequeño accidente que me mantuvo convaleciente con un brazo en cabestrillo durante una eternidad de tiempo (¿más de una semana?) pudiendo únicamente recuperarme de tan "grave" lesión merced a la intervención divina de la Sagrada Imagen de la Patrona de mi pueblo materno (sí, ese pueblo donde atan a un pobre toro con una inmensa maroma y empiezan a correr delante del animal mientras otros aguerridos mozos frenan el ímpetu del astado tirando con fuerza de la susodicha cuerda).

Tras aquel suceso la bicicleta desapareció y fue sustituida por una pala-volquete-dumper (o como quiera que se llame este artilugio) de breve recuerdo dado que el primer día que pude utilizarlo en "entorno real" sucedió que el encargado de cargar materiales en la pala muy probablemente se excedió en su tarea dando como resultado una avería irreparable en aquella segunda máquina a pedales.

Pero volviendo a las motos, recuerdo perfectamente mi primera experiencia como piloto (de una moto de "verdad") con apenas 6 años en una tarde de viernes en la que durante unos minutos me sentí el rey del asfalto guiando una Mobilette Cady color gris con alguna pegatina de color azul. Por aquella época mi prima -que ni pretendía estudiar ni trabajar (únicamente mejoraba a la "generación nini" en su buena disposición para las labores domésticas)- solía venir los viernes por la tarde a casa para aprender de primera mano cómo se gestionaba una empresa y realizar ella misma algunas tareas administrativas más o menos básicas. Y resultó que uno de esos viernes el por entonces novio (y esposo desde hace ya más de 20 años) de mi prima vino a casa a recogerla, pero como a ella aún le quedaba bastante tarea por delante (y a lo mejor aquella tarde estaba yo un pelín revoltoso) pues decidió darme un paseo en su ¡moto!. Para un crío de corta edad que nunca se había montado en una motocicleta de verdad, tener simplemente la posibilidad de sujetar el manillar ya era un auténtico privilegio ... pero si además en una calle bastante larga y recta el adulto te dice "prepárate que ahora la llevas tú" y durante unos minutos contemplas que tus manos son las únicas que guían aquel artefacto ... la experiencia te marca y se graba de forma indeleble en tu memoria.

Recuerdo casi con total precisión aquella Cady y dos vespinos (uno verde que fue de mi abuelo y de mi tío y uno negro de mis primos), la Vespa cuyo motor estuvo a punto de formar parte de un kart artesanal que proyectaba construirme mi tío Antonio, la primera BMW de mis otros primos y una Guzzi sesentera que no llegué a conocer pero que se dibujó una y mil veces en mi imaginación.

Y supongo que todas estas motos (incluida la minimoto de mis sueños), de escasa cilindrada en la mayoría de los casos, sumadas a unos locos que salían por la tele los domingos por la mañana haciendo unas cosas muy divertidas (¿los payasos de la tele?) con otras máquinas de mucha mayor cilindrada, me llevaron a ser moto-adicto prácticamente hasta la retirada de Álex Crivillé. En ese momento me alejé un poco, tanto del mundo de la competición como del universo motero en general, hasta hace un par de años o tres cuando progresivamente fui recuperando una de las muchas aficiones que me han acompañado durante casi toda la vida (por esa época también recuperé el basket ... pero de eso hablaremos más tarde largo y tendido).

Así que ... como esta semana ando un poco nostálgico y de forma casual la nostalgia se ha canalizado a través de las motos pues ... os esperan al menos un par de entradas más sobre este mundillo y los personajes que por el mismo pululan.
5 ostrillizos: Wildcard: la semana de las motos De vuelta al circuito bloguero como piloto invitado y en fechas próximas como oficial y privado en dos categorías distintas. ¡Ofú, qué calor...

No hay comentarios:

< >