Llevaba la friolera de cincuenta años esperándome. ¡Qué cosas!
Desde que recuerdo siempre me falta tiempo para leer. Soy un lector impaciente, lo confieso, así que únicamente comienzo la lectura de cualquier cosa cuando de antemano sé que cuento con el tiempo necesario para poder completar dicha lectura en un plazo inferior a unas dos semanas. Y las dos semanas destinadas a "Matar un ruiseñor" (que finalmente han quedado reducidas a escasas cinco noches) parecían no querer llegar nunca.
Corría el año 1961 cuando el Círculo de Lectores -bajo licencia de la editorial Bruguera- publicaba en nuestro país esta genial obra de Harper Lee (su única novela por cierto) y un ejemplar de la misma pasaba a pertenecer a la biblioteca familiar. Dudo mucho que por aquellas fechas fuese yo siquiera un proyecto in mente de mis progenitores y dudo mucho que Harper Lee o el personal del Círculo de Lectores pensaran en mí como lector potencial.
Hubieron de pasar más de dos décadas para que mis ojos contemplasen por primera vez la cubierta de "Matar un ruiseñor" (una cubierta desprovista de cualquier ornamento) y para que, desde ese mismo instante, me sintiese profundamente atraído por la misma.
Siempre pensé que algún día leería esa novela. Siempre pensé que tenía que hacerle un hueco. Pero nunca se daban las condiciones necesarias.
Sin embargo, tienen los libros la envidiable cualidad de la paciencia (casi infinita) y nunca se cansan de esperarnos. Así pasen cincuenta años ...
Voluntariamente perdido entre páginas que ya amarillean, impregnado de ese "olor a antiguo" que concede a las cosas un aire vetusto y venerable, recordando fotogramas, voces, actores, actrices, ... he disfrutado tanto como esperaba -o incluso más diría yo- y es que a veces, no siempre, la espera merece la pena ...
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