Comer en Sevilla puede resultar una experiencia bastante singular. Y comer en Casa Joaquín Márquez, "La Montería", no podía ser menos.Empecemos por contar que este reputado restaurante cuenta con una legión de adeptos que suelen poblar el espacio con que cuenta el local donde se establece (bastante escaso, por cierto, a razón del número de clientes asiduos al mismo). Y que esta particular característica puede llevarte un buen día a tener que comer de pie (algo que no resulta excesivamente extraño), utilizando a modo de mesa un barril o bota de vino (seguimos dentro de los parámetros habituales) o bien usando para tal menester un taburete montado sobre una silla (¿a que esto ya no es tan normal?).
A pesar de su magnífica cocina tradicional basada en el producto de la más alta calidad, lo más reseñable de "La Montería" es, sin embargo, el personal capitaneado por Joaquín Márquez. Gentes que cuidan de que nunca falte bebida (es decir, cerveza) a ningún comensal, pues para ellos un vaso vacío es un delito penado. Gentes que dan de comer al hambriento y seducen al paladar más reticente sirviendo los platos que ellos consideran oportuno y en la cantidad que estiman adecuada ... ¡y siempre aciertan!.
Como colofón, un surtido de postres que no sólo no desmerece al resto de especialidades de la casa sino que las complementa a la perfección e incluso las supera en cualidades. Veo el postre y subo una bandeja repleta de licores para que os sirváis a placer ¿hay mus?
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